Por Luz Zaldívar | Poeta y actriz | luzaldiv@hotmail.com
En el 2000, cursaba el tercer año de la carrera de Letras, y cayó en mis manos un pequeño libro de poemas. Lo abrí.
Abrazo
Tú
Ni los ojos
que desatan los colores
ni mi corazón
tambor cerrado
ni el hueco sordo y hondo
de la muerte
Tú.
En el tiempo de las acacias.
Fue amor a primera vista, y así fue como conocí a Elsa Wiezell. Mujer extraordinaria en todos los sentidos. Nacida un 19 de noviembre de 1926, su vida se halla totalmente vinculada al arte, a la literatura. Poeta, pintora, licenciada en Filosofía, docente. Una de las escritoras más prolíficas de la literatura paraguaya. Su obra aparece en varias antologías nacionales e internacionales. Ganadora de importantes premios literarios.
Sin embargo, quisiera referirme brevemente a un aspecto de su labor artística: su producción poética. Y comenzaré citando a Josefina Plá, quien en su Voces femeninas en la Poesía Paraguaya expresa: “Construir a la mujer (mejor podría decirse reconstruir) es lo que procura, desde hace siglo y medio, en su fase masiva, la literatura en el mundo...”.
Esa construcción del lenguaje femenino, de la expresión propiamente femenina se halla presente en la obra de Wiezell y lleva una impronta personal e inequívoca: la libertad. Libertad plena que es como una flecha que atraviesa e impregna toda su obra, en la multiplicidad de temas que aborda así como en expresión de los sentires y conceptos hallados en sus versos.
Erotismo y libertad
Josefina Plá sostiene que “la liberación a través de la literatura representa, como hecho volitivo, el ejercicio de un poder... Ahora bien, la mujer, no es, no ha sido nunca, a lo largo de la historia, en cuanto a esta fragua en literatura, enteramente libre. Y no lo ha sido, y sigue sin serlo en infinitos casos, aunque desee serlo; ante todo porque no se atreve a enfrentarse consigo misma, es decir, con su propia verdad. Ser libre es fundamentalmente eso: encarar la propia verdad”.
Llama poderosamente mi atención que una gran cantidad de publicaciones de la autora se diera durante uno de los periodos más aciagos de la historia paraguaya que no favoreció ni a las libertades, ni al pensamiento autónomo y crítico, menos aún a los derechos de la mujer: la dictadura stronista. Además la sociedad paraguaya, mayormente, se ha comportado de manera prejuiciosa y pacata ante los innovadores, más aún cuando esa innovación pasa por lo erótico y es escrito por una mujer. Por ello, la poesía de Wiezell es excepcional, y se yergue con luz propia en ese ámbito que no propiciaba los cambios. Sus versos expresan un erotismo libertario. El valorarse como mujer, sentirse par del varón desembocan en una seguridad absoluta de lo que se es y de lo que se escribe. Su escritura, erótica, es liberadora porque reinventa su propia voz o como diría Josefina Plá, se reconstruye, no en contra de la estructura masculina, sino más bien fuera de ella, alcanzando así una autonomía plena.
me voy con desnudez
hasta tu tierra
Tú
en fuerzas devastadas
titán estirpe de barranco
ternura de rugido
y de tormenta
Encontramos así a una mujer, una poeta, libre, segura y auténtica.
Poesía y metafísica
Varios son los temas tratados en su producción poética, Plá dice al respecto: “la temática ha variado más de una vez su epicentro, pasando de lo individual, de lo confidencial a lo reflexivo, de lo personal al clamor de los temas universales”. Probablemente el haber estudiado Filosofía haya hecho brotar en ella la inquietud por los temas metafísicos, varios de sus poemas se preguntan por el ser, el devenir, la existencia, y el tiempo: un tiempo cosmológico.
No congelaré mi sueño
La esencia es cambio
El destino final y último
La energía
O bien este que dice:
Empatía y enigma
Trayecto de afinidad
Vigilia y sueño
Esencia y existencia
Lo irrepetible
Poema hermético
Hay mucho de hermetismo en la poesía de Elsa Wiezell, profusión de símbolos, imágenes inconexas, originalidad de las metáforas, yuxtaposición de ideas, audacia, e imaginación creadora componen el fascinante mundo de poético de la escritora. Finalmente, creo que la frase de Moncho Azuaga es la más propicia y adecuada para los poemas de esta gran creadora que recientemente nos ha dejado: “Alabada sea la poesía, amparo y reparo del infinito silencio de Dios”.