19 sept. 2025

La pelota está en el campo de los jóvenes

La reciente clasificación de la Selección Paraguaya para el próximo Mundial a realizarse en tres países de Norteamérica en el 2026 llenó de felicidad al país.

Luego de 16 años, volvía a concretarse el anhelado pasaje mundialista. Y al igual que hace una década y media la alegría le dio calor a la fría noche de la clasificación.

Sin embargo, existe una notable diferencia. Aquel 9 de setiembre del 2009, con la victoria sobre Argentina por 1-0, la generación pos-México 86 vivía por cuarta vez consecutiva la obtención del pasaje a la cita de cada cuatro años a nivel de selecciones.

Aquellos muchachos y jóvenes, hoy ya adultos y algunos incluso hasta abuelos, conocían y vivieron reiteradas veces la emoción de ver a la Albirroja entre las mejores del mundo, incluso desde que tuvieron uso de conciencia.

También, tanto chicos como grandes tuvieron rumiar las posteriores eliminaciones y ver por TV Brasil 2014 (acá al lado nomás), Rusia 2018 (allá lejos) y Qatar 2022 (mombyryvéntema péa).

Por eso fue hermoso ver la desbordante alegría de esa nueva generación, que con las banderas, remeras y celulares en mano, transmitía su festejo para todo el mundo. La carga es más emotiva aún, considerando que este país no da muchas alegrías ni esperanzas para esos jóvenes. El destino también quiso que esta inmensa alegría colectiva, que ya será eterna cada vez que será recordada llegara justo en el mes de la juventud.

Luego de que el júbilo se haya apaciguado, los bocinazos callados y las banderas guardadas, uno recuerda esa emoción juvenil y resulta inevitable preguntarse ¿Podrá este país darle alegrías más allá de la pelota en el futuro inmediato?

Sobre todo teniendo en cuenta que este sector de la población, en poco tiempo, será el que tendrá en sus manos la decisión de elegir a los nuevos gobernantes, ya sea en el 2028 o un poco más. Pero su compromiso no debe quedar ahí.

Depositar la papeleta y entintar el dedo es solo una parte de la construcción de la sociedad. Más aún teniendo en cuenta que los jóvenes han sido protagonistas de movilizaciones históricas, sobre todo en esta larguísima transición democrática.

Es importante que los jóvenes, quienes tendrán en su campo la pelota para conducir esta sociedad, puedan entender que su participación más allá de las jornadas electorales. Sobre todo empieza cuando con su vibrante energía levantan su voz para reclamar sus postergados derechos.

Sin embargo, tampoco es justo que todo el peso de la camiseta del futuro recaiga sobre ellos. Tanto en la saga como en los costados y sobre todo yendo para adelante deben acompañarlos los adultos. Eso de decir que solo están en la joda, que no les interesa nada es esquivar también el compromiso que debe tener la generación que los precede.

Además, ¿quién pio no estuvo en la joda durante la juventud? ¿O todos los que dicen eso jugaban cara seria nomás y no se divertían nunca, no salían de fiesta, no eran felices al menos por algunos momentos?

Paraguay es uno de los países que tiene un gran capital humano con su bono demográfico. Dicho bono tiene que ver con la alta proporción de la población trabajadora, con potencial para productivas y contribuir al crecimiento de la economía. En Paraguay, casi el 30% de la población tiene entre 15 y 29 años.

He aquí donde entra a la cancha uno de los jugadores más importantes del partido: El Estado, quien hasta el momento no está cumpliendo su rol dentro de esta cancha de 406.752 kilómetros cuadrados.

Es este Estado y quienes lo administran, quienes deben asegurar para los jóvenes sobre todo, educación y salud de calidad, que ir a la escuela no signifique poner en riesgo la integridad. Este el Estado quien debe brindarles la certeza suficiente de que los jóvenes encontrarán un puesto de trabajo digno y bien pagados por su capacidad, no por hurrear.

Son en síntesis, toda la población adulta que debe adoptar la estrategia para que la generación que ya viene, ya está aquí tenga un mejor porvenir y no mire el desarrollo del futuro desde la cancha de la marginalidad.

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