23 dic. 2025

I n ve r s i ó n

Uruguay es un país la mitad más chico que nosotros en población, con un territorio más reducido que el nuestro pero tiene una larga tradición democrática, una educación pública de calidad que se replica entre nosotros en la Escuela Artigas en el Jardín Botánico y una institucionalidad sólida. Ellos, los uruguayos, con grado de inversión captan 3 mil millones de dólares al año y tienen un ingreso per cápita de 22 mil dólares anuales frente a los 7 mil de nosotros. O sea, con un país ordenado, respetuoso, educado, sano, justo, tolerante y ahora de izquierda nos hacen 10 a 0.

Nosotros con el mismo grado apenas logramos captar 300 millones de dólares y Cepal se asombra que con la primera calificación no hayan venido las inversiones como se suponía. Algo deben concluir y por sobre todo hacer nuestros burócratas ante esas evidencias. Si el problema es que los políticos se devoran las cuentas públicas y se roban 2 mil millones de dólares al año en “malgasto público” pues entonces para que nos parezcamos a Uruguay deben cargar contra el partido colorado prebendario, clientelista y ladrón. No hay de otra. Hay que cortarse la propia carne y eso significará la pérdida del poder. Así de sencillo, pero hay que hacerlo para que las buenas notas del grado de inversión repercutan en el desarrollo del país y todo eso antes de gritar los goles por las calificaciones de compañías que incluso han sido castigadas no hace mucho con multas multimillonarias por falsos reportes como la Standard & Poors. No vienen las inversiones aquí porque los inversores no son tontos y no hacemos la tarea que debiéramos.

Primero, invertimos poco en educación y lo poco, lo invertimos mal. Somos penúltimos en el mundo, con alumnos que egresan sin saber entender lo que leen, con aplazos masivos de graduados docentes y con el “logro mayor” de sus administradores: dar de comer a los alumnos por menos de medio año. ¡Ese es el gran logro de la educación del 2025! Nada en mejoramiento en matemáticas o lectoescritura. Nada en el siglo del conocimiento donde el mismo representa el 66% de la riqueza del mundo. Eso significa que si tienes mala educación estás en la lona. Así no vienen las inversiones como cuando les decimos a los taiwaneses que traigan a sus empresas de microprocesadores al país y te dicen “ustedes no tienen ingenieros ni para abrir la puerta de una de esas compañías. El mundo es implacable con los burros y condena a sus países a vivir de ilusiones y donaciones. No somos capaces de construir nuestros poderes del Estado menos nuestras casas y hospitales y queremos que vengan los inversores. Vivimos del mangazo y así nos tratan los que vienen de afuera. Hay que doblar por lo menos la inversión en educación para empezar y eso no figura en el presupuesto.

No viene el dinero con el grado de inversión porque nuestro sistema de salud es malo y la salud del pueblo es igual. Tenemos aún un elevado número de muertes de niños por consumo de agua no potable en un país que tiene el mayor volumen del líquido vital en superficie y bajo de ella. No somos capaces de bombear agua del río Paraguay al centro del Chaco por corruptos. Hemos dilapidado más de 100 millones de dólares en un acueducto que no funciona de ex profeso. Las plantas desalinizadoras regaladas con dinero de Hugo Chávez se robaron los administradores de turno que hoy pontifican sobre las bondades de la democracia aprovechándose de la amnesia ciudadana y la superación por otros corruptos. Nuestros médicos formados por miles en universidades convertidas en negocio no pueden acabar más que en hospitales donde los pacientes se llenan de larvas de moscas en las narices por falta de cuidado. Muy mal y si sumamos la pobre alimentación en los primeros cinco años claves de vida, ya pueden imaginarse qué tipo de fuerza laboral podemos aportar.

Y por último, no vienen porque no tenemos una justicia real y que sus administradores se reúnen a escondidas con el Poder Ejecutivo y partidario y solo buscan administrar su feudo y jamás sacar fallos ajustados a la Constitución y a las leyes. Con unos legisladores que antes de salir de vacaciones promueven reformar la Carta Magna con una ley de aplicación imposible. En conclusión, para que vengan las inversiones como en Uruguay hay que ser un país serio y en serio hay que reformar este Estado. Con los administradores actuales eso no será posible e intentarlo desde adentro será un acto de suicidio. Si lo hacen, ganará y vivirá el país, pero ese no es el negocio.

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