Pak acusó a Miguel Ángel Insfrán, conocido con el alias de Tío Rico, de haber montado una organización criminal que traficaba drogas y blanqueaba el dinero a través de la Cooperativa San Cristóbal, en complicidad con el ahora ex diputado colorado Juan Carlos Ozorio. En la carpeta de la acusación se incluyen conversaciones escritas a través de una aplicación especial (Sky Ecc) entre Tío Rico y el uruguayo Sebastián Marset, presunto líder del clan y entre Tío Rico y un hombre identificado como “judío” quien en realidad sería (es casi un hecho) el empresario Mauricio Schwartzman, asesor o gestor principal de Marset. Lo que pasaré a relatar sucintamente es la historia que se puede conjeturar como hipótesis tras una primera lectura del expediente fuertemente documentado por Pak.
Tío Rico llevaba 15 años traficando drogas y lavando dinero, entre otras cosas, a través de la cooperativa del entonces diputado Ozorio y de una secta religiosa montada por el hermano. Este revela en sus comunicaciones que, cuando menos, en cinco ocasiones le iniciaron procesos judiciales que paró sobornando (los casos que mencionó existieron y, efectivamente, quedaron congelados o fueron desestimados). Cuenta además que tiene informantes en la Senad, incluso en un área clave de inteligencia. En algún momento, Tío Rico empezó a operar con Sebastián Marset en el acopio de cocaína para su remisión a Europa. La relación entre ambos era fluida. Marset se comunicó en cierta ocasión con Tío Rico para contarle que decidió deshacerse de un primo, le relató cómo lo hizo personalmente, a balazos, y le envió la foto que tomó la policía tras el hallazgo del cuerpo. En otra oportunidad, quien contactó con Tío Rico fue el empresario Schwartzman, el “judío”. Le habló de un cargamento del grupo que cayó en Europa y de su temor porque en la investigación apareciera su nombre. Tío Rico le dijo que tenía gente para resolverlo y que solo se necesitaría pagar algún dinero. Schwartzman acordó pedírselo a Marset. En febrero de 2022, la Senad llevó adelante el operativo A Ultranza PY y aunque todos habían sido avisados por sus informantes, la organización se desplomó. Marset cayó en Dubái por tener un pasaporte falso. Es obvio a quien culpó de ello; dos días después asesinaron a Schwartzman frente a su casa. La pieza clave de la pesquisa eran Tío Rico, su hermano y sus contactos políticos. Solo la empleada doméstica que los atendía en la residencia del hermano (el pastor de la secta) sabía quiénes eran esos contactos. La mujer fue muerta a balazos en su casa. Luego saltaron más datos de Marset y de la organización de Tío Rico. El uruguayo había sido fichado como jugador de fútbol en un club cuyo presidente era el entonces diputado colorado Erico Galeano. Cuando un fiscal incautó las avionetas de la organización, empezaron a volar con la aeronave del diputado.
Galeano había comprado un inmueble en menos de 300 mil dólares y se lo vendió a un testaferro de Tío Rico en un millón de dólares, ¡en efectivo!
Aparece ahora una persona clave. Quien había incautado las avionetas de Tío Rico e investigaba los asesinatos de Schwartzman y de la empleada del pastor era el fiscal Marcelo Pecci.
El mismo día que lo mataron en Colombia, Galeano vendió la avioneta que había utilizado la organización.
Después del operativo A Ultranza PY corrigió su declaración jurada, había olvidado la propiedad que vendió en el millón dólares. Corbeta y Pak acusaron a Galeano por lavado de dinero y asociación criminal.
¿Alguien cree realmente que para saber quién ordenó la muerte de Pecci hay que investigar en Colombia?