En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, la liturgia de la Iglesia nos invita a meditar la conmovedora escena de la Anunciación.
San Josemaría gustaba de entrar en ella, como en todas las del Evangelio, para vivirla desde dentro, como un personaje más.
“No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino...”. “Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena…”.
El ángel Gabriel se dirige a María: Jaire, kejaritoméne! –dice el texto griego–. El término “jaire” es un saludo que literalmente significa: “Alégrate”. …
La palabra “jaire” está relacionada en griego con járis (que significa “gracia”), porque la alegría es inseparable de la gracia.
María “ha sido abundantemente objeto de la gracia” (v. 28), que eso significa literalmente el término kejaritoméne, traducido por “llena de gracia”. …
El Señor le anuncia que concebirá y dará a luz un niño, que llevará el nombre de Jesús (es decir, Salvador).
Será el Mesías prometido, aquel que recibirá “el trono de David”, y, aún más, el “Hijo del Altísimo”, el “Hijo de Dios” verdadero.
…“El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo –comentaba también Benedicto XVI, en otra ocasión–. En medio de las pruebas de la vida, y especialmente de las contradicciones que experimenta el hombre en su interior y a su alrededor, María, Madre de Cristo, nos dice que la Gracia es más grande que el pecado, que la misericordia de Dios es más poderosa que el mal y sabe transformarlo en bien. (…) Esta mujer, la Virgen María, se benefició anticipadamente de la muerte redentora de su Hijo y desde la concepción fue preservada del contagio de la culpa. Por eso, con su corazón inmaculado, nos dice: “Confiad en Jesús, él os salvará”.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2023-12-08/)