MINGA GUAZÚ
La fiscala Julia González imputó por abuso sexual en niños a un pastor identificado como Carlos Frank Alexander Kublik Silguero, de 50 años, por hechos registrados hace 7 años, cuando la víctima (que actualmente tiene 20 años) tenía entre 12 y 14 años.
Hay otra denuncia en proceso de investigación y habría otras víctimas, pero solo dos se animaron a denunciar penalmente el caso, según lo confirmado por la abogada querellante Nenia Teresita Martínez.
Los hechos se registraron en una filial del Centro Familiar de Adoración de Minga Guazú, cuya iglesia principal actualmente es el Centro Familiar Cristiano (CFC), conforme con los datos.
La fiscala Julia González pidió la declaración de rebeldía del ahora imputado, teniendo en cuenta que se encuentra prófugo.
La Fiscalía había ordenado su detención preventiva el 31 de julio pasado, en base a los datos preliminares recabados en base a una denuncia escrita bajo patrocinio de abogado, realizada por la afectada el 26 de marzo de este año.
APARTADO. En un comunicado institucional, el CFC señaló que, tras enterarse de las denuncias por redes sociales y la penalización del caso, realizaron un sumario y resolvieron apartar del cargo al colaborador afectado, hasta que el caso sea resuelto conforme a derecho.
Señalan que respetan la presunción de inocencia, pero que rechazan como Iglesia toda conducta que atente contra la dignidad, la vida y la integridad de las personas en especial los más vulnerables, por lo que no tolerarán, ni encubrirán hechos contrarios a la fe y a la ley.
Finalmente, pidieron oración a la sociedad para que la verdad y la justicia prevalezcan. El documento está firmado por el pastor principal Esteban Wiens.
SISTEMÁTICO. De acuerdo con la denuncia, los abusos se iniciaron con acoso desde que la menor tenía 12 años, con abrazos fuera de lo normal hasta que el día en que cumplió 13 años, luego de un pequeño homenaje, nuevamente la abrazó más fuerte que lo habitual.
Luego comenzaron los besos de saludos cerca de la boca, durante las actividades juveniles realizadas en el local religioso.
Hasta que un día, durante una colonia de vacaciones, cuando la víctima se acercó a su líder espiritual a pedirle botiquín para una úlcera bucal, este aprovechó que no estaba nadie más en la cocina de la Iglesia para abrazarla y meterle en la boca un medicamento, en forma lasciva, según la víctima.
Luego, la soltó, pero con un gesto le indicó que se callara.
La afectada relató que quedó sorprendida, avergonzada y confundida, pero no compartió el hecho con sus padres, por miedo a que no le creyeran y sufriera maltratos.
Luego consumó un abuso más lacerante, durante una colonia de vacaciones, según la acusación contra el pastor.
“Estaba totalmente destruida, no sabía qué hacer, no tuve ninguna sola respuesta de mi cuerpo, no me sentía en mí, que quedé tiesa con la cabeza baja todo el tiempo, congelada de miedo, aterrada sin reacción, no recuerdo en qué momento paró”, refiere el escrito de denuncia.
Tras este último episodio ya no quiso volver a la Iglesia, pero tuvo que seguir yendo porque sus padres la llamaron de rebelde y ella tenía miedo a contar las cosas, por temor a que no le creyeran su versión.
A la fecha, ni las consultas con sicólogos ni siquiatras pudieron mejorar su estado, por la secuela sicológica que arrastra, por lo que resolvió denunciar el caso.
Los datos fueron corroborados por sicólogas del Centro de Atención a Víctimas.