26 nov. 2025

Infidelidad presidencial

Si su rubia esposa sube al auto y encuentra un largo pelo de color negro, un pintalabios usado y descubre que alguien ha bajado el espejo del lado del acompañante… y le clava esa mirada de interrogatorio de la Gestapo jamás se le ocurriría a usted ensayar una respuesta filosófica sobre las miserias del alma humana o una jurídica sobre la imposibilidad de que cualquiera de esas singulares circunstancias esté tipificada como delito. Menos aún, alegaría una persecución marital. Lo que estaría gravemente en juego sería su credibilidad como consorte, no su situación legal. Sea cual fuera su respuesta, tendrá que ser lo suficientemente clara y contundente como para explicar el pelo, el pintalabios y el espejo en posición adelantada.

Usted puede hacerse el ofendido ante la justificada sospecha de su cónyuge o fingir demencia; puede incluso acusarla de construir unicornios de la nada, de inventar teorías de conspiración sugestionada por chismes de peluquería, pero en el fondo sabrá que mientras no pueda justificar racionalmente los hechos fácticos su relación habrá quedado gravemente herida. No podrá quitarse de encima la sospecha de infidelidad.

Esto también pasa en la política, aunque allí la cuestión es todavía más delicada porque la relación del elegido con el contribuyente parte siempre de la sospecha. La larga y dolorosa experiencia nos predispone a esperar siempre una traición. La credibilidad del gobernante de turno es por esa razón extremadamente frágil. Y ante cualquier incidente requiere de una explicación exhaustiva y contundente. Nada de unicornios. El político tiene que explicar el pelo, el pintalabios y el espejo.

Lo debe hacer ahora mismo el presidente Santiago Peña.

Los hechos son los siguientes: La ex administradora de la residencia presidencial denunció que fue despedida, acusada de robo. Según unos mensajes de texto que recibió en el teléfono, de la casa del presidente desapareció dinero en efectivo, en dólares, contenidos en unos sobres. La mujer dijo que a menudo le pedían que fuera a diferentes lugares a entregar dinero en efectivo. Exhibió un mensaje de voz de la primera dama en el que le pide que pague unas compras en un centro comercial (por más de 50 millones de guaraníes), que lo haga también en efectivo y que solicite que la factura se emita a nombre de su cuñado. La empleada tomó fotos del dinero en efectivo y de la factura. Relató que tiempo después llegó la acusación de robo, que ella, su hijo y su pareja fueron sometidos a una prueba del polígrafo y que luego todos fueron despedidos de sus cargos. El uso del polígrafo fue confirmado por el ministro de Defensa. Alegó que lo hicieron en el marco de la seguridad del presidente.

Peña publicó en redes un escueto comunicado diciendo que la funcionaria violó la confianza de la familia. La primera dama hizo lo mismo, limitándose a expresar cuánto le dolía lo que estaba pasando. Luego se presentó el abogado de Peña para afirmar que nada de lo que se publicó supone la comisión de un delito. Y punto.

Ni el presidente ni la esposa negaron que se manejaran con sobres con dólares en la casa ni que pagaran varios gastos con ese dinero ni que pidieran facturas a nombre de terceros, ni que sometieran al polígrafo a la ex funcionaria y sus familiares en el marco de un presunto robo que jamás denunciaron. Como era de esperarse, el ejército de operadores mediáticos del oficialismo saltó rápidamente a calificar el asunto como una cuestión doméstica y de mero cotilleo.

¿Quién hace un gasto de más de 50 millones de guaraníes y pide factura a nombre de un tercero? ¿Quién se maneja en su casa solo con dinero en efectivo y en dólares? ¿Qué robo doméstico supone un riesgo para la seguridad del presidente? ¿Por qué si estos hechos fueron inventados, el presidente y la esposa no los desmienten taxativamente?

Peña no está entendiendo la gravedad del caso. No es una cuestión jurídica ni filosófica, es política. Este es un matrimonio de cinco años y con solo dos la confianza se está haciendo trizas. Y el dueño de su partido no tendrá problemas en cambiarlo por el novio suplente.

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