Paraguay cuenta con un fondo de indemnización en caso de brotes, así como acceso al Banco Regional de Antígenos de Fiebre Aftosa (Banvaco), una iniciativa de la OPS y la OMS para asegurar la disponibilidad de vacunas y antígenos contra la fiebre aftosa en caso de brotes en las Américas, herramientas claves para reaccionar ante una eventual reaparición del virus.
“Paraguay fue uno de los primeros en firmar el convenio con el banco de vacunas, y eso muchas veces los productores no lo saben. Estas medidas deberían estar vigentes con o sin vacunación, porque el riesgo nunca desaparece del todo”, afirmó Viale.
De todas maneras, el técnico de Panaftosa subrayó que cada país tiene autonomía para definir el momento oportuno para levantar la vacunación, aunque destacó que el plan paraguayo –que prevé aplicar la última dosis en 2026 y obtener el estatus de libre sin vacunación en 2028– es razonable y está alineado con los objetivos del Programa Hemisférico de Erradicación de la Fiebre Aftosa, vigente desde 1988. “El paso hacia la erradicación total es un logro sanitario que también implica una señal de confianza al mundo. Paraguay tiene los elementos para darlo con seguridad. Ahora, la discusión es más política y estratégica que técnica”, concluyó.