La casa está ubicada en el barrio Pindolo de Areguá, cerca del Hospital del Cáncer, en la zona conocida como ex Villa Conavi (Comisión Nacional de la Vivienda).
En la casa viven hace cuatro años Luma Loreiro (27), su esposo y sus dos hijos, de 3 y 1 año de edad. Ambos son reposteros y trabajan de manera independiente.
La postulante a la adjudicación es la tía de su esposo, quien se instaló en la casa luego de que la primera adjudicada haya renunciado a su propiedad, cedida por la entonces Comisión Nacional de Vivienda.
Presentaron cuantiosas solicitudes a la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), que, desde su creación en el 2010, se encarga de las funciones antes ejercidas por Conavi; sin embargo, hasta el momento no hay respuesta desde la institución.
La familia recibió la visita de los funcionarios del Área Social de Senavitat, la última fue en agosto pasado. Los funcionarios se encargan de verificar el estado de las casas y si se realizaron mejoras.
“Si saltás en una pieza, en la otra sentís la vibración; las puertas y ventanas ya no se cierran a causa del peso de toda la construcción que tienen encima. Se puede desmoronar en cualquier momento”, lamentó la joven madre al diario Última Hora este miércoles.
Comentó que lo único que informaron desde la estatal es que el plan de pago, que era de 20 años de plazo, a raíz del mal estado de las viviendas, queda en 10, con una cuota mensual de G. 485.000, lo que para ella sigue siendo costoso, por la mala construcción que debe enfrentar.
Sin embargo, no es solo la casa de Luma la que corre peligro de caerse en cualquier momento, también es la queja de otros vecinos de la villa. “El cimiento está mal hecho en todas las casas, cada una tiene un problema distinto aparte de eso”, manifestó.
Para la afectada, urge que le adjudiquen la vivienda de una vez para que pueda realizar las reparaciones necesarias. Teme que, si decide invertir en las condiciones actuales, la Senavitat no lo reconozca e, incluso, expulse a la familia de la casa.
“Muchas veces pensamos en abandonar la casa, no es la forma en la que queremos vivir, pero después pensamos en todos los años que ya pasamos acá y que sería injusto que venga otra familia y sea beneficiada”, expresó la repostera.