Cerramos el año con un entorno desafiante. Las decisiones en el ámbito de los negocios exigen no solo una visión estratégica, sino también un compromiso genuino con el largo plazo. Los mejores líderes no están pensando en cómo cerrarán el año, sino más bien formulándose las siguientes preguntas: ¿Cuál es el futuro de mi industria? ¿Cuáles son las tendencias y cambios de hábito del consumidor?
Existen cambios que afectan a muchos empresarios, como los nuevos requerimientos de la Unión Europea con respecto a la trazabilidad ambiental, pudiendo este mismo requerimiento ser exigido por otros países en un futuro cada vez más cercano. ¿Está mi empresa comprometida y preparada con prácticas responsables? Esto es clave, ya que –según un informe de PwC (2024)– el 80% de los consumidores globales están dispuestos a pagar más por productos de marcas que promuevan la sostenibilidad y la responsabilidad social.
Los empresarios con los que me toca conversar muchas veces se encuentran frente a grandes dilemas: ¿Cómo lograr que mis empresas prosperen a lo largo del tiempo sin sacrificar los valores que realmente nos definen? Desde la experiencia compartida hace más de 25 años en Mentu, sabemos que la integridad es un desafío del día a día y es el cimiento de relaciones de confianza y respeto. Cuando trabajamos poniendo el “bien común” en el centro, nuestras decisiones trascienden lo cotidiano y marcan una diferencia genuina en la vida de quienes nos rodean. No podemos forzar al mercado, pero es fundamental que las empresas puedan adaptarse a estos cambios. Ya que no existen empresas exitosas en comunidades mediocres.
Quienes emprendemos sabemos que el reto no es únicamente ético, sino también práctico. Evaluar de manera honesta cada modelo de negocio implica preguntarnos si queremos resultados abultados en poco tiempo o, quizá, aceptar ganancias moderadas pero constantes a lo largo del tiempo, que nos permitan construir una empresa que sobreviva y prospere por generaciones. Un estudio realizado este año en Paraguay señala que el 64% de la muestra estaría dispuesta a pagar hasta un 20% adicional por productos con valor agregado provenientes de empresas responsables. Esto refuerza la idea de que la sostenibilidad es parte del modelo de negocio y que cada vez somos más conscientes de que formamos parte del problema y de la solución. El objetivo fundacional de una empresa con fines de lucro es hacer dinero para sus inversionistas, pero no a cualquier costo. El verdadero éxito reside en equilibrar las utilidades con el legado que dejamos, en un entorno social saludable. “Al final del día, la comunidad no recuerda los productos de la empresa, recuerda su huella”.
