05 may. 2025

El clásico del IPS…

Un hombre ronca acostado en un colchón ubicado en el piso. Otro a su lado, repite el mismo acto: Ronca. A un metro de ambos, otro está acostado encima de un colchón, que tiene como base los pallets y está tapado hasta la cabeza. Él no ronca. Son las cinco de la mañana y esta postal se repite en cada piso del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS).

Aún no inicia la jornada de admisión para las cirugías programadas en el día. El frío se cuela en los pasillos oscuros, sucios y colmados de familiares que descansan en algún rincón. No hay ni sillas para hacer más leve la espera, las únicas ya están ocupadas por los asegurados, que sí madrugaron.

Esta postal solo muestra que el acceso a la salud persiste con muchas deficiencias en el sistema del Instituto de Previsión Social, que como siempre digo no tiene nada de previsión, y ya es una frase clásica.

Aparte de la imprevisión, uno de los clásicos en esta dependencia –que se sostiene con el aporte de trabajadores y empleadores– radica principalmente en la constante escasez de medicamentos e insumos tan básicos como hilos o tapabocas, elementos tan esenciales en un sistema hospitalario. Es una historia que se repite y que no tiene una solución contundente.

Ni qué decir de los medicamentos para el tratamiento del cáncer, insumos para cirugías y otros que son indispensables para mejorar la salud de los pacientes, cuyos costos son realmente exorbitantes y que a veces inciden en postergar los tratamientos. Y tienen un impacto en la calidad de vida.

No es necesario recurrir a testimonios para conocer esta realidad, sino que también –como asegurada– puedo confirmar que las necesidades son infinitas, pero los recursos muy “finitos”, según alegan con frecuencia desde la vocería de la institución.

Es indignante formar fila en la farmacia, para que finalmente solo te pongan el sello “sin existencia”. Es muy frustrante. Y ni qué decir que cuando reclamás al funcionario, su frase es contundente: “No hay nada”, seguido de una mueca.

Si no tenés recursos económicos no te operás. Si no tenés plata no hacés el tratamiento de quimioterapia porque no podés comprar el fármaco. Si no tenés dinero no accedés a salud.

En esta experiencia de conocer de cerca lo que pasan diariamente centenares de asegurados, lo que más me llamó la atención es la normalización de que en IPS no hay nada y que hay que llevar dinero para la compra de los productos farmacéuticos. Normalizar una situación de imprevisión es realmente un gesto de resignación.

Creo que es necesario despertar y exigir más un servicio de calidad en el IPS. No basta con resignarse, es necesario exigir un mejor seguro social.

La salud es considerada como un derecho humano fundamental que está consagrada en la Constitución Nacional, y debe dejar de ser solo palabras plasmadas en tinta y papel, y que se convierta en acción.

A los asegurados, más allá del problema administrativo y financiero del IPS, no le sirven las respuestas de “no hay plata” o “estamos trabajando”. Necesitan soluciones inmediatas en la provisión de medicamentos e insumos que permitirán garantizar una salud.

En el IPS, cada año las deficiencias se acentúan en uno de los principales seguros de los trabajadores del país. Hace tiempo que el IPS no tiene un abastecimiento continuo. Los asegurados sufren con el gasto de bolsillo, un gasto que se recrudece cada día y un gasto que golpea a la economía familiar.

La historia del desabastecimiento no es nueva, es repetitiva y se va recrudeciendo en cada nueva gestión, una historia que tiene matices muchos años antes de la pandemia. ¿Hasta cuándo?, es la pregunta obligatoria en el caso.

Ante este panorama imprevisible es necesario preguntarnos como asegurados: ¿Cuándo el IPS brindará un servicio integral? ¿Qué es necesario para acceder a un servicio sin deficiencias ni carestías?

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