Una profunda angustia envuelve a los familiares de dos ocupantes del asentamiento San Miguel del distrito de Maracaná, del Departamento de Canindeyú, desaparecidos tras el violento desalojo ocurrido el pasado martes.
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Un contingente de aproximadamente 400 policías, acompañados por un carro hidrante y apoyo aéreo, irrumpió en la comunidad disparando armas de fuego.
El enfrentamiento dejó como saldo al menos un campesino herido, además de un agente policial.
Según denuncias de los pobladores, la comunidad ocupaba el lugar desde hacía nueve años. En ese tiempo construyeron una escuela, una capilla, instalaron pozos artesianos, transformadores y cultivaron diversas especies agrícolas. Todo fue destruido y las casas fueron quemadas junto con las pertenencias de las familias.
El terror sembrado por la fuerza policial obligó a los campesinos a huir hacia el monte. Desde entonces, nada se sabe del paradero de González ni de Rivas. Sus seres queridos temen que ambos hayan sido heridos durante el desalojo y hayan quedado atrapados en la zona boscosa.
La situación se agrava por la presencia de presuntos civiles armados en el área, lo que impide a los familiares ingresar al lugar para iniciar la búsqueda. En medio del desconsuelo, exigen el acompañamiento urgente de organizaciones de derechos humanos para garantizar una búsqueda segura y esclarecer lo sucedido.
“El tiempo pasa y no sabemos nada de ellos. Tememos lo peor, pero necesitamos ayuda para buscarlos”, expresó un familiar visiblemente conmocionado.