28 mar. 2024

Dos cajas de midazolam

El mayor desgaste político y mediático de un gobierno a veces no depende de la manipulación de una Justicia servil y corrupta para encarcelar arbitrariamente al principal líder opositor, ni de las muchas denuncias de hechos de corrupción que envuelven a los miembros del Gabinete. A veces simplemente tiene que ver con que, siendo el presidente de la República, no sepas escuchar y responder al desesperado reclamo de un humilde ciudadano, que solo necesitaba dos cajas de midazolam para su hermano enfermo, internado en terapia intensiva por Covid-19.

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La política es como el bumerán, esa peculiar arma de los aborígenes australianos que, al no dar en el blanco, retorna a quien lo lanzó y le causa gran daño cuando no es hábil en su manejo. Es lo que le sucedió el jueves al presidente Mario Abdo Benítez, cuando inauguraba un Parque Sanitario en Villarrica, con evidente fin propagandístico. La buena imagen se empañó con la irrupción de Joel Oviedo, un humilde taxista que quiso pedir ayuda entre lágrimas y gritos de desesperación, ya que el hospital no le proveía las ampollas de midazolam requeridas para su hermano en grave estado y él ya no tenía dinero para comprarlo.

Los guardaespaldas evitaron que Joel llegue junto al presidente. ¿Cómo iban a permitir que el caso dramático de un ciudadano lloroso, sin remedios y sin dinero, contradiga el discurso de quien afirma orondamente que el Paraguay tiene “uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”? Pero ya los periodistas habían cambiado el foco, recogiendo y difundiendo la historia de Joel. La propagandística inauguración quedó en segundo plano.

Cuando le pidieron luego una respuesta al presidente, quedó registrada su sonrisa burlona, su expresión soberbia y desatinada: “No soy médico acá, moopio che aikuaapáta”. ¿No tiene acaso asesores de imagen y márketing político que lo instruyan? ¿O es tan autosuficiente que no les hace caso?

Tras el escándalo, las dos cajas de midazolam aparecieron mágicamente en manos de Joel. Como si no hubiese sido suficiente humillación, le obligaron a grabar un video agradeciendo al presidente por su magnanimidad.

El midazolam —al igual que el atracurio, fármaco similar— se usa para sedar a los pacientes en estado grave de Covid-19 que deben ser intubados en terapia intensiva. Es fabricado por laboratorios paraguayos, pero la materia prima se importa. El Ministerio de Salud asegura que hay escasez del medicamento para proveer a los pacientes. Sin embargo, se consigue fácilmente en las farmacias instaladas frente a los hospitales públicos, a costos inflados.

El precio de una ampolla de midazolam, según catálogos de farmacias en internet, es de poco más de 20 mil guaraníes, pero en la práctica venden a más de 60 mil. Es el gran negocio de “uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”. Disponer de fondos millonarios de emergencias, pero no prever las emergencias, entre escándalos de corrupción que finalmente quedan en la impunidad.

Mientras, los familiares deben hipotecar sus vidas, recurrir a polladas o tallarinadas, para tratar de salvar a sus enfermos.

Claro que, si no sos médico, es difícil que quieras enterarte.

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