El rápido incremento del servicio de la deuda pública y de sus costos aumenta los riesgos macroeconómicos y comienza a rivalizar e incluso a superar las asignaciones presupuestarias destinadas a sectores sociales fundamentales como la salud y la educación. Si bien el endeudamiento es una herramienta para el financiamiento del desarrollo, la trayectoria actual en Paraguay plantea riesgos significativos. El creciente pago de intereses no solo representa una carga fiscal onerosa, sino que también limita el espacio fiscal, comprometiendo la inversión en capital humano y, por ende, las bases del desarrollo sostenible a largo plazo.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) concretó la tercera colocación de bonos del Tesoro de este año en el mercado local y lo hizo a través del Banco Central del Paraguay (BCP), por un monto total de G. 450.000 millones con vencimiento a 10 años; es decir, 2025.
Esta operación se suma a las dos emisiones anteriores del presente ejercicio fiscal, la primera que alcanzó unos G. 262.000 millones y la segunda emisión por G. 640.805 millones. Se espera una siguiente emisión en noviembre.
Si bien Paraguay mantiene niveles de deuda pública menores a los de otros países de la región, también es cierto que su presión tributaria, es decir, su capacidad para el repago de la deuda está entre los niveles más bajos. Esto, sin considerar la deuda social que se mantiene con la población al ser uno de los países con peor calidad de vida según cualquiera de los indicadores de desarrollo existentes en la región.
El panorama de la deuda está cambiando rápidamente desde la primera emisión de bonos soberanos en 2023 por USD 500 millones. La deuda pública total del Gobierno Central pasó de representar alrededor del 13% del PIB en 2013 a acercarse al 40% del PIB en la actualidad.
La tasa de crecimiento es alarmante, ya que pone en riesgo la estabilidad macroeconómica y la sostenibilidad del crecimiento económico tanto por la estructura de la deuda como por los déficits en infraestructura y capital humano para hacer frente al pago de la deuda en el mediano y largo plazo.
Una porción significativa de la deuda está denominada en moneda extranjera lo que expone al país a un alto riesgo cambiario en un contexto actual de importante incertidumbre global con impactos en las economías locales.
Por otro lado, también hay un riesgo derivado de las tasas de interés. La era de tasas de interés bajas a nivel global se ha terminado. Cuando Paraguay necesite refinanciar su deuda existente o emitir nueva deuda, es casi seguro que lo hará a tasas significativamente más altas. Esto incrementaría de forma automática y sustancial el monto destinado a intereses.
El problema central no radica necesariamente en el stock de deuda en sí, sino en su servicio, particularmente en el pago de intereses. El servicio de la deuda es un gasto obligatorio e ineludible para el Estado; su incumplimiento implicaría una crisis de confianza, una rebaja en la calificación crediticia y un colapso financiero.
Los datos presupuestarios muestran el rápido aumento de la partida presupuestaria destinada al servicio de la deuda, que ya supera a las asignaciones en salud o educación desde el año 2023.
Este fenómeno tiene profundas implicaciones para el desarrollo. La salud y la educación son los pilares fundamentales del capital humano, el activo más valioso para el crecimiento económico a largo plazo y la reducción de la pobreza. Al priorizar el servicio de la deuda sobre estas inversiones sociales, Paraguay está, en esencia, hipotecando su futuro para financiar su presente. Se genera un círculo vicioso: La falta de inversión en capital humano limita el potencial de crecimiento futuro, lo que a su vez reduce la capacidad de generar los ingresos fiscales necesarios para pagar la deuda, perpetuando la dependencia de nuevo endeudamiento.
Los riesgos derivados de la deuda y la reducción del espacio fiscal para garantizar el crecimiento y desarrollo del país tienen impacto a corto plazo y de continuar esta tendencia se profundizarán en el mediano y largo plazo. Las autoridades no deben gestionar las finanzas públicas solo pensando en su gestión coyuntural, tienen la obligación de considerar también las condiciones en las que dejan las finanzas públicas a los siguientes gobernantes y pero principalmente a los niños, niñas y adolescentes de hoy que deberán pagar los costos de la deuda en unos años más.