01 sept. 2025

Campeón del barrio

En mi infancia los partidos callejeros “barrio contra barrio” eran bien pintorescos porque entre uno y otro equipo la distancia era de 1 cuadra. Como no había mucho tiempo se podía jugar generalmente un solo partido con reglas que la costumbre y la practicidad había impuesto. Eso generó la sabia regla “el que mete un gol gana”, que luego nos copiaron para nuestro perjuicio con el famoso “gol de oro” en los mundiales. Por geografía era bien simple quién podía jugar de un lado o del otro. Era importante ganar solo que al ser la mayoría compañeros, vecinos y amigos era mucho más importante divertirnos, aunque hubiera algún “soquí” de vez en cuando.

Todos queremos que Paraguay sea campeón del mundo, que ganemos medallas, que atraiga turistas e inversores, que se hagan aquí excelentes eventos de todo tipo, que seamos queridos y respetados en otras partes por logros culturales, intelectuales, artísticos, deportivos, institucionales o de otro tipo y, sobre todo, queremos seguir siendo el país de la gente buena, de los amigos, abrazos, parientes infinitos, hurras y encuentros.

Con mucho agradecimiento y respeto para todos los que están trabajando para el destaque mundial expreso que me conformaría, por ahora, con ser campeón del barrio: Avances en logros simples y cercanos a corto plazo de beneficio general. Que el Jardín Botánico sea un ejemplo digno de mostrarle a cualquier turista o de llevar tranquilamente a cualquier niño; que se resuelva el problema de la gente que cierra la avenida Artigas y otras calles; que mejore la calidad de la salud para satisfacer el 80% de la demanda; que la mayoría de la gente no necesite viajar 4 horas todos los días si quiere trabajar o estudiar. Quiero que la mamá no necesite renunciar para cuidar a su bebé recién nacido. Con razón, seguramente, alguno podrá recordarme que esto no es simple ni cercano ni fácil ni barato. No pretendo que se resuelva: Quiero que mejoremos todos los días. Estoy seguro de que se puede.

Quizás con bastante ingenuidad me encantaría que recuperemos las veredas para sentarnos, pasear mascotas y dar “una vuelta a la manzana” sin tener la tensión de un salto en paracaídas. Quiero que la gente deje de necesitar hacer polladas, rifas y actividades de todo tipo por medicamentos, tratamientos y cirugías que salen más baratas que, por ejemplo, un viaje a Corea del Sur (un país amigo muy hermoso, por cierto).

Por respeto a nuestra historia y a la gran cantidad de gente buena, emprendedora y capacitada espero que hablemos y nos aliemos para resolver los verdaderos problemas, no las anécdotas de distracción como la hora o el asueto.

¡Que el Espíritu Santo nos ilumine para actuar con grandeza!

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