10 oct. 2025

Bajo las banderas

¿Cuándo fue la última vez que vimos las salas de cine llenas en el estreno y las primeras funciones de una película paraguaya? Quizás mi edad y mi migración de una década no ayuden, pero el último recuerdo que tengo presente es el de 7 cajas. Esta vez, como no puede ser de otra manera, vengo a hincar con el tema de la memoria y qué mejor excusa que la película Bajo las banderas, el sol, la ópera prima del joven cineasta paraguayo Juanjo Pereira.

El ascenso del fascismo, la ultraderecha y los peligrosos –y poderosos– grupos conservadores que justifican el genocidio palestino son el contexto de un estreno que se realizó en la Berlinale de este año, la 75ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Alemania).

En política internacional este año las cosas no estuvieron muy bien: Estados Unidos bajo el segundo mandato de Donald Trump se encargó de marcar nuevas reglas de juego y son las mismas que las de los 70. En Gaza la situación es insostenible. El bloqueo que ejerce Israel ya ha llegado a un punto crítico. El viernes pasado fueron 162 personas fallecidas por inanición desde que se confirmó la hambruna y es probable que se trate de un subregistro.

A la interna de nuestro país, las cosas tampoco están muy bien. Misteriosos sobres de dinero en efectivo aparecen y desaparecen de la casa del primer mandatario, cada vez hay menos oposición y cuestionamiento al gobierno (el que opera en la mansión de España, no el de la foto), y el narcotráfico ha hecho de nuestro territorio su imperio.

En todo este contexto, Juanjo Pereira estrenó Bajo las banderas, el sol, su primer largometraje. Se trata de un documental que llegó a la pantalla grande luego de una rigurosa investigación y rescate de archivos audiovisuales que fueron encontrados en todo el mundo. El periodo histórico que cubre el filme es de 1954 a 1989, corresponde a los 35 años de dictadura de Alfredo Stroessner, un régimen que dejó una herida abierta en la sociedad paraguaya, con una deuda aún por saldar.

La bandera del partido Asociación Nacional Republicana ondeando al cielo, en el mismo mástil que el emblema nacional. Esa es una de las primeras escenas de la película, que nos invita a preguntarnos sobre los modos de comunicar que hicieron que hoy para muchos ser colorado es sinónimo de ser paraguayo. Como esta, el filme cuenta con muchas referencias más.

El enfoque está puesto en los modos de representación que distintos medios, sobre todo internacionales, tenían al relatar el régimen stronista. Es decir, es parte del lenguaje oficial. Pero en la película de Pereira hay algo más. Comunica con la edición, con el sonido, con las metáforas, lo que no se dice. Invita a preguntarnos, ¿realmente terminó la dictadura stronista si fue su consuegro el que sucedió al dictador? ¿Por qué Alfredo Stroessner afirmó que era “conveniente” su salida? Y otra serie de cuestionamientos que quedan después de ver la cinta.

Hasta acá llego con los spoilers, como se dice. Lo que sí les dejo es la recomendación de ir al cine a apoyar la industria nacional y, de paso, capaz nos replanteamos una o dos cositas en este domingo porãite o en el feriado que recuerda la Batalla de Boquerón, parte del territorio chaqueño que hoy es disputado por el narcotráfico… pero de eso hablamos en otro encuentro.

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