25 ago. 2025

Asunción debe recuperar su brillo y también su dignidad

Asunción, capital del Paraguay, celebra hoy los 488 años de su fundación y, tristemente, lo hace en un estado de total dejadez y abandono. Años de una administración municipal ineficiente, incapaz de honrar su compromiso con la ciudadanía, nos han conducido a esta situación. La ciudad capital muestra su peor rostro: inseguridad creciente, falta de limpieza, calles y avenidas en mal estado y obras claves paralizadas por falta de gestión. El gran desafío es devolver el brillo a nuestra querida Madre de Ciudades.

El 15 de agosto de 1537, Juan de Salazar y Espinoza hizo construir una casa fuerte en las tierras del cacique Caracará y fundó Asunción. Fue conocida como Madre de Ciudades, porque desde aquí partían expediciones para fundar ciudades: Buenos Aires, Corrientes, Santa Fe, Concepción del Bermejo, Santa Cruz de la Sierra y otras.

Alguna vez fue el centro de la provincia, y hoy, que cumple 488 años, quizá ya no pueda reconocerse en aquel recuerdo: ya no tiene naranjos en sus veredas, viejas casonas, ni aroma a jazmines y azahares.

Asunción está viviendo uno de sus momentos más críticos. La administración municipal –que ha demostrado su falta de gestión y compromiso con las necesidades de la ciudadanía– se encuentra intervenida y prácticamente en quiebra.

Un corto paseo permite evaluar el deterioro de veredas, calles y avenidas, y en las plazas se acumulan desperdicios. Precisamente el servicio de recolección es uno de los más ineficientes.

Las ruinas del rico patrimonio histórico destacan en la zona del centro y del microcentro. Aquí se observan las casas y edificios abandonados, veredas rotas, calles con peligrosos desniveles, asfaltado en muy mal estado. Las viejas casas son aguantaderos de maleantes, criaderos de mosquitos y otros insectos, e incluso pequeños animales; los edificios saqueados y las veredas intransitables por el olor que emana de ellas, tan insoportable para los peatones.

Esa es la imagen que muestra el Centro Histórico, con carteles de “Alquilo” y “Se vende”; hoteles, galerías y la legendaria Recova de Asunción muestran las huellas del descuido.

En los primeros tiempos de su gestión, el intendente de Asunción, Óscar Rodríguez, respondía a las críticas diciendo que “Desde la gradería todos somos Supermanes y Mujeres Maravilla”. El tiempo no solo le dio la razón en cuanto a que no es un superhéroe, sino que se ha convertido –probablemente– en el peor de los intendentes que tuvo Asunción.

Por eso, su administración está intervenida, y con una profunda crisis financiera. Por eso, la capital es el epicentro del caos del tránsito, inundada de estaciones de servicio ubicadas frente a escuelas y hospitales, con un pésimo servicio de transporte público, y megaproyectos que se erigen sin planeamiento urbano, en una ciudad que sin desagüe pluvial se ahoga en cada lluvia.

Tampoco podemos olvidar mencionar la terrible derrota que sufrieron los vecinos de Asunción el año pasado, cuando la Municipalidad permitió que los árboles que componen el bosque San Vicente fueran derribados, pese a la fuerte oposición y denuncias de irregularidades por parte de los vecinos. La administración de Óscar Rodríguez permitió el derribo de 117 árboles, árboles de más de 100 años de antigüedad, para hacer lugar a la construcción de un supermercado. Aquel bosque se encontraba a unos metros del arroyo Ferreira, el segundo más caudaloso de Asunción y caracterizado por la fragilidad de su ecosistema. Por la desidia y la ambición sin medidas, el barrio San Vicente ha perdido el único pulmón verde, en un hecho que bien podría considerarse como un verdadero ecocidio, para una ciudad que carece de plazas y espacios verdes públicos en sus barrios, y en medio de la situación climática que padece el planeta.

Los asuncenos se merecen mucho más de sus autoridades municipales, mejores servicios públicos y buena infraestructura urbana, para poder vivir en un lugar donde encuentren calidad de vida y bienestar. La ciudad, sin embargo, es el lugar de todos; por lo tanto, es también responsabilidad de los vecinos de Asunción, y una de sus obligaciones debería ser elegir sabiamente a sus autoridades, para poder devolverle la dignidad a la Madre de Ciudades.

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