Estoy casado desde 1999. Tengo una hija y un hijo. Faridi, la mayor, estudia Psicología en la UCA. El año entrante termina la carrera, si Dios permite.
Fabricio, mi hijo, está estudiando Ingeniera Electrónica, y luego hará el énfasis en Mecatrónica en la UNA. Ninguno de ellos optó por la Medicina. Estoy extremadamente orgulloso de ambos
Terminé la carrera de Medicina y Cirugía en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA en 1995. Desde ese momento ejerzo la medicina profesionalmente.
Desde que recuerdo me interesa la investigación y la ciencia. Recuerdo que cuando era niño, en mi época de escuela, hicieron un esfuerzo económico y me regalaron un microscopio de juguete. Aunque era muy bueno. Tenía aumento, y permitía ver las células.
Creo que desde pequeño, me gustó la investigación en ciencias biológicas. Y bueno, luego fui adquiriendo el gusto por la Medicina.
Esta profesión representa una gran responsabilidad. La Especialidad de Medicina Legal y Ciencias Forenses, es un campo que, dentro de las especialidades médicas, es joven en nuestro país.
En el 2002, un grupo de Forenses planteamos la necesidad de profesionalizarnos y formarnos como especialistas. Fue conformada la Academia de Medicina Legal de Paraguay. Conseguimos que vengan profesores y tratadistas argentinos a dictar la especialidad al país.
En el 2004 nos recibimos la primera promoción de la especialidad en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA. Antes de ese año ninguno de los que ejercíamos como médicos era forense, nos fuimos formando por nuestra cuenta.
Aún tenemos muchísimo por crecer. Mi sueño, como docente de la especialidad; es que podamos evolucionar, y llegar a tener la formación de la especialidad dentro del sistema de residencias médicas.
Existe mucha fantasía sobre este trabajo. Ojalá se tuviera la tecnología, los recursos y las posibilidades que se ven en las series de televisión. La certidumbre que demuestran en es absolutamente irreal, por algo se le llama ficción.
Realidad o Ficción. La triste realidad es que la especialidad forense es eterna incertidumbre, es ciencia probabilística. También tenemos que entender que los tiempos de las series de televisión son diferentes en todo a la realidad cotidiana.
Más en un país en vías de desarrollo como el nuestro. Acá la inversión en la investigación en general es pobre (de hecho, por eso tenemos tantos problemas para desarrollar el país) y en especial la investigación científica del delito.
Sobre la situación de la Medicina forense en el país me gustaría pensar que estamos mejor que ayer y peor que mañana. Aún nos falta mucho, demasiado para mi gusto. Tanto en formación, equipamiento, infraestructura etc. Pero no puedo negar que hemos avanzado desde hace 23 años cuando comencé mi experiencia en la especialidad.
Estamos mejor estructurados, con protocolos de actuación, con más personal. Pero la situación dista mucho de llegar a lo mínimo para decir que estamos bien.
Fuera de Asunción y Central contamos con tan solo 88 médicos forenses para dar respuesta a las investigaciones médico legales.
No hay consultorios adecuados para las inspecciones físicas en todas las sedes fiscales. Existe una sola Morgue Judicial para todo el país. No tenemos sedes donde estén psicólogos forenses y psiquiatras forenses, que puedan evaluar a los sospechosos o indiciados de cometer hechos punibles en el interior del país y un sin número de más necesidades.
El mayor desafío. En mi historia personal del trabajo ha habido puntos de inflexión. Tal vez el más importante fue (y creo que no solo para mí) el caso Ycuá Bolaños, el desafío más grande para mi persona y para todo nuestro gran equipo.
También, en lo personal, siempre que trato con víctimas niños/niñas, me toca en lo profundo.
Trato y tratamos que los miembros de mi equipo adquieran la mística necesaria, para entender a quien servimos. Debemos comprender que somos servidores públicos, prestamos un servicio.
Tranquilos tenemos que estar en el sentido de que no nos dejamos llevar por la tensión o el nerviosismo. Pero no en el sentido de estar relajados (casi abúlicos). El trabajo en sí requiere ímpetu, movimiento, búsqueda de la verdad, todo ello en el marco de la incertidumbre.
Tiempo libre. Todo depende del tiempo que tenga y de la energía que me quede para relajarme o distraerme de este trabajo. Puedo ir al gimnasio cocinar, mirar la televisión (series de ficción), leer un libro, escuchar música. O simplemente acostarme y hacer nada.
Para quienes quieren dedicarse a esta especialidad les digo: ¡¡¡Que lo piensen bien, la pura verdad!!! Es una especialidad sumamente sufrida, no se gana el dinero que se pudiera pensar, o sea, no te hacés rico (económicamente) con esta especialidad.
Es frustrante muchas veces, saber lo que puedes hacer, y no poder hacerlo por falta de recursos o infraestructura. Te toca siempre estar en el peor momento de la gente y en las peores escenas.
Pero si a pesar de estar consciente de todo esto, amás la búsqueda de la verdad, querés hacer un bien a tu prójimo, te contentás con saber que hiciste tu mejor esfuerzo, a pesar de que nadie no te lo reconozca, es una especialidad hermosa.
Una de las enseñanzas más valiosas que te deja este trabajo es la de valorar la vida. Esta es un bien frágil, es más corta de la que quisiéramos y no llevaremos absolutamente nada al partir.
Lo único que nos hace diferentes es lo que hacemos con la vida, qué vidas tocamos, que enseñamos, qué compartimos, qué sentimientos y aprendizajes dejaremos, cuál es nuestro legado. Eso es lo que quedará. Esa es nuestra riqueza. Si pudimos hacer algo por nuestros semejantes, por nuestros hijos, por todos nuestros afectos. Como dicen en Costa Rica, Pura Vida. Vivir cada instante, sabiendo que puede ser el último.