Cómo podemos permitirnos los paraguayos dejar escapar esta brillante oportunidad de recoger datos en informaciones sociales, económicas, culturales actualizadas, que nos podrían servir de base para políticas públicas e iniciativas privadas que nos proyecten a un desarrollo integral como sociedad y lograr un mayor bienestar para la población.
Lastimosamente, tenemos que interpretar que los responsables de llevar adelante este mecanismo de consulta ciudadana no tomaron todas las providencias para sacar el mayor provecho a este recurso, que nos permita encarar de forma más planificada el porvenir de las generaciones actuales y futuras.
En la oficina donde trabajo y entre mis contactos, hemos corroborado rápidamente que, de cada 10 personas consultadas, 3 de ellas no tuvieron la visita del censista y nos referimos a zonas urbanas, situación que corrobora los reclamos que escuchamos por los medios de comunicación y en redes sociales. Estamos hablando de porcentajes por encima de los permitidos en este tipo de evaluaciones.
El Estado y sus gobernantes de turno defraudaron una vez más a la sociedad a la cual se deben. En tanto que la ciudadanía, el sector privado y todos los actores sociales y económicos acataron y respondieron con total empatía al proyecto.
Los que tuvimos la oportunidad de ser censados nos hemos percatado de la poca preparación de los voluntarios censistas y de sus supervisores, quienes, ante las consultas, no sabían qué responder, situación que representa una falta de preparación para encarar el trabajo. Lo mismo ocurrió con la falta de reacción de los supervisores de zona para reemplazar a los censistas que no acudieron al compromiso. El ausentismo de muchos voluntarios, que fue la excusa principal para los hogares no censados, denota debilidad en el acuerdo de compromiso de los mismos.
Yendo al censo propiamente dicho y al contenido de la consulta, se limitaba a información muy básica, orientada a servicios públicos y privados, algunos datos de infraestructura y datos personales básicos. Los datos económicos, laborales, de salud, los educativos, los de inclusión social, de discapacidad, etc., no han sido abordados con especificidad.
En el censo pasado, se ha logrado incluir las consultas a la sociedad sobre discapacidad física e intelectual, de tal forma a cuantificar el porcentaje de personas con alguna discapacidad en el país y de los tipos de discapacidades, identificando un 12%, en general, de población con estas características. Llamativamente estos antecedentes logrados, estas conquistas, no han sido tenidos en cuenta en el censo 2022 y claramente denota un retroceso antes que lograr un avance innovador.
No podemos desconocer que los proyectos de mucha trascendencia como lo es la preparación y la ejecución de un censo nacional requieren de liderazgos fuertes y ejemplificadores, factor que no hemos visto en esta ocasión e incluso tuvimos la ausencia del número 1 del Ejecutivo.
La inversión de ingentes recursos para lograr muy poco en este censo 2022, más todavía en épocas preelectorales, justifica también la suspicacia y desconfianza de la ciudadanía.