08 oct. 2024

Una mañana de lo más curiosa

El intendente Nenecho Rodríguez había tenido una noche larga y difícil. Reconocería después que casi no había dormido. Muy temprano, en la mañana del martes, aceptó una entrevista de los periodistas de Radio Monumental. Parecía confundido, pues creía que era lunes y expresaba sus ideas de modo errático. Contó que viajaría a Estados Unidos a hablar sobre Asunción como “ciudad verde” y sus desafíos en biodiversidad. Dijo textualmente: “La nuestra es una ciudad muy virgen. Una ciudad que tiene tanto por dar. Hoy en día hay tantas cosas que uno puede decir (…) de que a nivel mundial estamos peleando por lo que pasa al mundo y dirán algunos… está divagando, no. No solo Asunción, Paraguay. Hay tantos espacios, tantas cuestiones que el mundo divaga”.

Tuvo momentos de ira, como cuando criticó a los asuncenos, que viven gratis, pues no quieren pagar, pero exigen servicios de primer mundo. También hubo momentos de vulgaridad, como cuando aseguró que ya no se candidataría a intendente, aunque no se retiraría de la política: “Puto kue ha político kue, no existen”.

Al terminar la conversación, probablemente recordó que debía ir a trabajar y allí se encontró con una imagen bastante insólita, pues desde el día anterior estaba encadenado frente a la sede municipal el senador liberal Enrique Salyn Buzarquis. Este tipo de protestas suelen realizar ciudadanos comunes desesperados por llamar la atención sobre alguna injusticia cometida contra ellos. Pero Buzarquis es senador, tiene ámbitos institucionales donde actuar y su voz siempre tendrá resonancia en la prensa.

Como sea, allí estaba él acompañado de algunos adherentes que portaban carteles en los que se leían frases del tipo: “Fuera ladrón”. Entonces Nenecho hizo algo, aún más sorprendente: Decidió invitarlos a hablar en su despacho. Allá fueron todos, acompañados de los periodistas presentes, a vivir otro espectáculo inusual. Con esa inesperada puesta en escena, Buzarquis, a los gritos, acusaba al intendente de corrupto y sinvergüenza. Sentado a medio metro de distancia, Nenecho parecía desorientado y vapeaba sin cesar. Para que todo fuera aún más surrealista, también había una escribana que tomaba nota de todo lo que estaba sucediendo. Como en los buenos dramas, todo cambió en un instante. Nenecho pareció recordar algo y sacó un as de la manga. Mostró un mensaje en su celular en el que el senador le recordaba que lo estaba ayudando con su presupuesto y le pedía que contrate los camiones de un amigo “a quien le debía favores”. De repente, la situación se dio vuelta. Aquello configuraba claramente un tráfico de influencias. Además, escrito por el propio Buzarquis, como para que no quedaran dudas.

Desde entonces, el senador pasó a la defensiva, era él quien tenía que dar explicaciones. Para peor, pronto se descubrió que el humilde amigo que necesitaba ayuda era dueño de una empresa de construcciones, favorecida por centenares de licitaciones. El fantasma de la pérdida de investidura flotará sobre su cabeza durante este fin de semana largo hasta que la bancada cartista decida si una nueva interrupción de mandato es o no conveniente para sus intereses.

Este tiro por la culata disparado por Buzarquis le vino de perillas a Nenecho, deseoso de que la gente olvide los 500.000 millones desaparecidos. Por eso, es bueno que pongamos las cosas en claro: Ambos tienen techo de vidrio. Lo de Buzarquis es impresentable y hasta puede perder el cargo por ello, pero es mitaí recreo frente a la suma que el intendente asunceno no puede explicar dónde está.

Aunque los montos son muy diferentes, lo de Buzarquis produce un daño enorme a la democracia. Demuestra que la oposición no se diferencia del clásico modo de actuar de los colorados. El prebendarismo y el aprovechamiento de los bienes públicos en beneficio propio ocurren en ambos lados. Eso vacía de legitimidad el discurso opositor. Por eso, aunque lo de Buzarquis sea menor, sus consecuencias son más nocivas. Dicho esto, que no crea Nenecho que nos olvidamos de los 500.000 millones.

Más contenido de esta sección