La ciudad de Pirayú celebró ayer una emotiva unión –ante el altar de Dios– de 68 parejas, quienes decidieron dar el Sí, quiero, en el marco de una boda comunitaria organizada por la Fundación Santa Librada. Monseñor Celestino Ocampo, obispo de la Diócesis de Carapeguá, presidió la celebración, acompañado del cura Sergio Torres.
De entre todas las parejas que aceptaron dar este paso importante en sus vidas, María Urbieta y su hijo, Tomás Rafael Urbieta Escurra, coincidieron en recibir el Santo Sacramento del Matrimonio con sus respectivas parejas.
“Emocionadísima”, expresó María, de los brazos de Felipe Estigarribia; poco antes de ingresar a la parroquia, reveló: “No pensé pasar por esto a mis 53 años que tengo. Es una experiencia muy hermosa. Nunca pensé que me iba a casar también el mismo día que mi hijo… Nunca encontré alguien que quiera casarse conmigo porque fui madre soltera con mis tres hijos”.
Con Felipe conviven hace 12 años. No tienen hijos, pero congeniaron muy bien porque él también es “papá soltero” –como dice María– ya también con tres hijos como ella.
Siempre pensaron en casarse, pero por motivos de que su pareja trabajaba fuera de Pirayú no se daba la ocasión. Eso sin mencionar el factor económico. “Y cuando llegó la invitación de la fundación en la capilla, la coordinadora nos preguntó si no queríamos formalizar nuestra unión y él enseguida nos respondió que sí, que quería formalizar su relación conmigo porque ‘adónde lo que íbamos a ir uno del otro’”, parafraseó María entre risas.
Tomás, su hijo, tiene 29 años y ayer también contrajo nupcias con Rosa Noemí Aquino Giménez (32), con quien lleva diez años de convivencia. “Es un paso muy importante personalmente para ambos porque decidimos comprometernos ya delante de Dios. Estamos muy felices en lo personal porque ya tenemos un hijo en común y estamos formando una familia”, expresó al señalar al varoncito de cinco años que tiene con Rosa.
Tomas es futbolista amateur y compite en la Liga Intermedia de Atyrá. Cuando no hay torneo de fútbol se gana la vida como ayudante de albañil y trabajando “de aquí para allá”, señaló.
“Agradezco infinitamente a Dios, a la Virgen y también a la Fundación Santa Liberada por hacernos este sueño, realidad”, insistió su madre, María.
Igual de agradecida se mostró Ana María Irrazábal (57), quien tras 37 años de convivencia pudo casarse ayer con Usvaldo Piath (63). Ambos –contó– veían en la tele que se realizaba en otros lugares la boda comunitaria.
“Siempre decíamos que ojalá que esto también llegue hasta Pirayú”. Y se dio.
“Cuando nos llegó la invitación dijimos: ‘Esta es la oportunidad que Dios nos dio para unir nuestras vidas. Y fuimos la primera pareja en ir”, relató.