En una sola frase resumió y resucitó con fuerza la visión stronista del partido, la política prebendaria y clientelar. No es el Estado el que debe solucionar los problemas de salud, educación, seguridad, empleo con políticas públicas, sino la ANR. Como ya lo explicó alguna vez Santiago Peña a sus correligionarios que no entendían que para llegar a los cargos (del Estado) es gracias al Partido Colorado y no a su formación académica, aunque llenen de títulos su pared. Ahora también hay que mostrar el carnet hasta para enterrar dignamente a los muertos.
Cartes también habló del acceso al trabajo mientras pintaba un país de muchas oportunidades. “El único requisito es querer trabajar”, aseguró y que es suficiente con internet o un celular. O sea, el desempleado lo es porque no sabe usar el teléfono. Es un asunto tecnológico y no de la economía.
En ese acto también se destacó Santiago Peña, no como estadista, sino como promotor. Luego de elogiar al ministro de la Vivienda, Juan Carlos Baruja, el anfitrión del acto partidario, se dirigió a Cartes, quien estaba sentado en una larga mesa ocupada por dirigentes nacionales y locales. Citando las palabras de un sabio, que no dijo quién fue, pidió a los presentes “sigámosle a Cartes”. Lo repitió tres veces para evitar dudas.
LA VERDAD REAL. La promulgación de una ley muestra de cuerpo entero el atraso del país en pleno siglo XXI, como consecuencia de esa política prebendaria y clientelar. Días pasados, el Ejecutivo asignó recursos al Ministerio de Educación para la construcción de baños “modernos” en las escuelas, conocida como ley de Letrina Cero. Según datos oficiales, son 350 las escuelas donde los estudiantes aún utilizan retretes inmundos. Fruto de décadas de corrupción política y desprecio a los sectores más vulnerables de la sociedad.
En estos días de frío y lluvia, los transportistas amenazaron con más reguladas, castigando doblemente a sus humillados pasajeros que sufren diariamente el sistema. Porque el Gobierno les adeuda el subsidio, justifican. Esta disputa es recurrente y no se resolverá mientras no exista una profunda reforma del transporte público. A casi dos años de su gestión y reiteradas promesas, Peña sigue regulando la presentación de su mentado plan. Mientras no se anime, los usuarios seguirán presos de los intereses de Cetrapam.
De igual modo, se puede señalar la incapacidad gubernamental para resolver la quiebra de la Caja Fiscal. Un agujero negro que ya costó 128 millones de dólares en cinco meses. La ecuación electoral le impide a Peña meter el acelerador por temor a confrontar a policías, docentes y militares, la base electoral colorada.
Nada de lo mencionado está en los discursos marketeros de grandeza que despliega en sus constantes viajes, cuyos resultados concretos en inversiones siguen en espera.
Mirando estas realidades, analizando los discursos que evocan un pasado que solo ha condenado el futuro, excluyendo a los disidentes, decapitando a opositores, las alianzas con neofascistas, abrazando a autócratas de ultraderecha, los simplones y populistas atajos punitivos para resolver profundos problemas de la sociedad, la corrupción que no cesa mientras se agita con hipocresía “Dios, Patria y Familia”, a estas alturas habría que preguntarse a qué se refiere el presidente cuando habla del “resurgir de un gigante”.
Teniendo en cuenta estas pistas, ¿se referirá a un nuevo tiranosaurio?