Por José Bergues - Past president ADEC
El título de esta columna es, al mismo tiempo, una metáfora y una descripción fiel de lo que aconteció con las últimas lluvias, especialmente, la del pasado viernes 10. No solamente Asunción y su área metropolitana, sino todas las ciudades situadas a la vera de los ríos y en las vastas planicies del Chaco, sufren las consecuencias de los fenómenos climáticos y la imprevisión de las autoridades.
1º Ha sido un milagro que no se tuvieran víctimas fatales, aunque las fotos y videos exhibidos en las redes sociales y la televisión mostraban un escenario dantesco de vehículos arrastrados por los raudales y personas que debieron ser rescatadas por valerosos vecinos.
2º Tales hechos obligan a replantearse el funcionamiento de las instituciones, ya que el fracaso en prevenir y afrontar estas emergencias es una evidencia del fracaso institucional de nuestra democracia.
3º Si tomamos como muestra la ciudad de Asunción, el problema no parece ser la falta de recursos, pues se supo que hay disponibles más de 30.000 millones de guaraníes para obras que no se han ejecutado o lo han sido solo parcialmente. Entre ellas, la ampliación del desagüe pluvial que ahora solo cubre el 20% de la ciudad capital. Un concejal opositor y un ex intendente dejaron al desnudo en un programa televisivo la inoperancia, la desidia y la corrupción que campean en la Comuna asuncena, con una carga laboral de más de 10.000 funcionarios, cantidad exorbitante que se ha ido acumulando a lo largo de tres décadas de clientelismo político.
4º Pero esta misma situación se repite en el Gobierno Central y en todos los municipios y gobernaciones del país: en resumen, en todas las instituciones del sector público. Es por eso que, en columnas anteriores, habíamos enfocado la necesidad de achicar el gigantismo estatal, con mayor razón en momentos como el actual, en que la tasa de crecimiento de la economía se ha frenado por razones tanto internas como externas: inclemencia climática, bajos rendimientos y bajos precios de la producción agrícola de exportación; situación de los países vecinos y un aumento de la cotización del dólar en el mercado internacional de divisas.
5º Es en estas circunstancias que la solidez institucional debe apuntalar la estabilidad y la previsibilidad que promueva la inversión, la innovación y la gestión del riesgo-país. Esta última, la calificación de riesgo por parte de agencias internacionales, es la que define la solvencia del país para recibir préstamos e inversiones. Recordemos que, ahora mismo, Paraguay está bajo la mira del Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el Blanqueo de Capitales (GAFI), seriamente preocupado por la acción del narcotráfico y el lavado de dinero.
6º No ayuda, ciertamente, que el actual Gobierno pretenda aumentar la presión impositiva para sostener una inmensa e improductiva burocracia, que acapara más del 70% del presupuesto estatal al cual contribuimos con nuestros impuestos. Por eso coincidimos con la postura de los gremios empresariales que reclaman con insistencia la racionalización del gasto público, sin que hasta el momento hayan obtenido más que concesiones menores por parte de la administración tributaria.