Todo empezó un año atrás, cuando Alan, con apenas 14 años, probó por primera vez una máquina de cortar cabello. “Estábamos con mis amigos del colegio, entre bromas y risas. Uno me pidió que le hiciera un corte y, aunque no sabía usar bien la máquina, me animé. Ese fue el inicio de todo”, recuerda sonriente.
Desde entonces, su pasión solo creció. Con el apoyo de su familia y la guía del profesor Víctor Caballero, Alan se formó durante seis meses y se decidió a dar el gran paso; dejar de cortar en casa y abrir su propio local. El lugar elegido fue un pequeño espacio sobre la calle Hernandarias, a dos cuadras del estadio Ka’a Poty. Así nació King of Barber.
Al principio, no fue fácil. El miedo, la incertidumbre y los días sin clientes formaban parte del juego. Pero Alan no se detuvo. Siguió perfeccionando su técnica, invirtió en herramientas, aprendió de los tropiezos y fue ganándose la confianza de la gente. Hoy, su silla nunca está vacía: Recibe clientes de Obligado, Hohenau, Bella Vista y otras localidades de Itapúa. Todo con agendamiento previo.
“Gracias a Dios ya tengo una buena cartera de clientes. Me va bien. Puedo ayudar a mis padres y soy feliz haciendo este trabajo”, cuenta.
Pero su vida no gira solo en torno a la barbería. Alan también estudia, juega al fútbol, se dedica a la fotografía y se da tiempo para estar con sus amigos. “Quiero seguir aprendiendo, capacitarme con profesionales de Paraguay o incluso del extranjero. En este oficio hay que estar a la vanguardia, porque todo cambia, todo evoluciona”, sostiene.
Su especialidad: Los cortes modernos y personalizados. Entre ellos, destacan los famosos Fade (bajo, medio y alto), el corte americano –inspirado en el estilo militar estadounidense–, y el corte europeo, sobrio y elegante. También realiza estilos más clásicos, según el gusto del cliente.
Detrás de cada corte hay una historia. Y detrás de Alan, un ejemplo: El de un joven que, con determinación, humildad y muchas ganas, está demostrando que los sueños no tienen edad. “No hay que tener miedo a soñar. Si algo te apasiona y ayuda a tu familia, hay que hacerlo”, dice el joven barbero que, con tijera en mano, ya dejó de ser una promesa para convertirse en inspiración.