El Gobierno destinó cerca de USD 60 millones al evento, incluyendo organización, logística e infraestructura deportiva, según los medios. Entre esas obras se destacó el moderno Centro Acuático Olímpico (CAO), inaugurado el 5 de julio de 2025 tras apenas 11 meses de construcción. Este espacio cumplió con todos los requerimientos técnicos para natación, clavados y waterpolo y quedará como legado para atletas y ciudadanos.
La eficiencia también se notó en los plazos. Otras instalaciones claves, como el Polideportivo SND, el Gimnasio Nacional de Alto Rendimiento y el COP Arena, estaban listos antes de los juegos. Esta planificación permitió probar, ajustar y garantizar calidad, algo poco frecuente en la gestión pública nacional, para ser sinceros.
Además se destaca el impacto económico directo al turismo, la ocupación hotelera, el comercio. Cada dólar invertido se multiplicó en beneficios que dinamizaron la economía, generaron empleos y posicionaron al país en el mapa internacional.
Pero el legado más importante no es únicamente deportivo o económico; es un ejemplo de cómo deben manejarse los fondos públicos. Si en apenas dos semanas un evento puede dejar infraestructura duradera, prestigio internacional y orgullo nacional, ¿qué no podríamos lograr si esa misma eficiencia y seriedad se aplicaran a la educación, la salud, la seguridad ciudadana o la cultura?
Imaginemos un Paraguay con calles pavimentadas, desagües pluviales que eviten inundaciones, hospitales modernos, escuelas de calidad, espacios verdes accesibles, polideportivos comunitarios y centros culturales que alimenten el talento y la creatividad. Ese país no es una utopía, es la consecuencia lógica de invertir bien.
Además, existe un efecto político y social de enorme relevancia. Cuando los ciudadanos ven resultados concretos, aumenta la confianza en el Estado y crece la voluntad de aportar. En un país con un régimen tributario del 10%, mostrar que los impuestos se traducen en progreso real es clave. Nadie quiere pagar más si sospecha que el dinero se diluye en burocracia o corrupción, pero todos estamos más dispuestos cuando se ve que cada guaraní vuelve multiplicado en calidad de vida.
Sin embargo, preocupa que todavía existan ideas absurdas como la construcción de un obelisco que poco tiene de prioridad y funcionalidad frente a necesidades reales de los ciudadanos. Hay muchas iniciativas que pueden destacar por su simbolismo, pero que no aportan beneficios concretos para la población.
Los Juegos Panamericanos Juniors ASU2025 deberían marcar un antes y un después en la gestión pública. Paraguay demostró que sabe hacer las cosas bien. El verdadero desafío ahora es trasladar esa fórmula a las prioridades estructurales del país: Salud, educación, seguridad, infraestructura urbana y cultura.
Esa es la competencia que debemos ganar porque de ella depende no solo el orgullo nacional de unos días, sino el bienestar y el futuro de toda una generación.