16 sept. 2025

Rápidos y ansiosos

Justo cuando, como un cincuentón bien leído y algo mejor informado, me estaba apenas acostumbrando a la tontería del “story time” (hora del cuento, chisme simple y llano), al funesto “funar” (pueblada digital nefasta contra alguien o algo, que algo o alguien señaló como enemigo), al subnormal “cringe” (vergüenza ajena da no saber que se puede usar vergüenza ajena y no lo hacen), al vacuo “aesthetic” (no tiene estilo ignorar que se puede decir estilo, y es lo mismo) y la rareza del “random” (fortuito sería que algunos de los que suelen usar este término esnob, usen palabras en español que dicen mejor lo mismo, como fortuito, azaroso, inesperado, singular, raro), tengo que comenzar ahora a hablar de algo que sí es real y que nos puede estar afectando como una actualización de las plagas de Egipto. Hablamos de phubbing, FOMO y nomofobia.

Lo que describe estas palabras te puede estar sucediendo en este mismo momento. En un apartado en esta página hay un test para descubrir si sos o no un adicto a los celulares. Vayamos al grano. El phubbing es el acto de ignorar a los individuos que están a tu alrededor para prestar atención en exclusiva al celular y/u otros aparatos electrónicos. Mezcla los términos en inglés phone (teléfono) y snubbing (despreciar o ignorar). En este caso, la jerigonza random (la de insustancioso gana por insistencia) está bien utilizada. Al igual que el FOMO, el cual es el acrónimo de la frase en inglés “fear of missing out”. En una traducción libre se puede decir “miedo a perderse algo”. No estamos hablando de un atardecer glorioso, sino de la última tontería que anda rondando por las redes sociales. Por último, está la nomofobia, que es el miedo de quedarse sin conexión a internet o sin batería. Pero no es un medio común. Es casi una sensación de pánico, como si se experimentase una abstinencia de droga o alcohol. Puede manifestarse con dolor de cabeza, taquicardia, temblores y sudoración.

La ansiedad tecnológica está creciendo como una plaga silenciosa y mortal. Un estudio del Frontiers in Psychiatry de 2021 señala que el 60% de individuos consultados para ese estudio sufren nomofobia y un 13% lo experimenta de la forma más severa. Una investigación de Crown Conseling de 2024 precisa que entre los adolescentes, un 27% corre el riesgo de sentir una depresión marcada por culpa de la compulsión por la vida digital.

También el trabajo académico afirma que el 61% de las mujeres son más propensas a esta reacción negativa frente a un 39% de los varones.

En cuanto al tiempo de uso –indican los especialistas–, los adolescentes que usan más de cuatro horas el celular tienen el doble de posibilidad de padecer ansiedad y depresión en comparación con los que están pendientes de las redes menos de las horas arriba señalada. En los adultos jóvenes, estar prendidos más de seis horas diarias al celular provoca ansiedad, lo cual puede derivar en depresión. El sueño también se ve amenazado por la tecnología. Utilizar las pantallas, sobre todo de celulares, más de 30 minutos antes de dormir genera sueño de mala calidad.

Seamos claros. La cuestión no es ser un retrógrado ni un oscurantista. El celular hace décadas dejó de ser un simple teléfono. Es un centro de vida. Una caja mágica de experiencias. Aparte de teléfono, es televisión, diario, cine, biblioteca, audio y una enorme escuela de lo bueno, lo malo, lo útil y lo divertido. No es dejar de usar el celular: es saber usarlo.

El celular parece vida, pero no es vida. La exposición exacerbada provoca daño, en especial en los niños y adolescentes. En ellos, el córtex prefrontal, región del cerebro que regula las funciones cognitivas de alto impacto, no está del todo desarrollado y son más vulnerables a la ansiedad; en especial, en el mundo subterráneo de las redes. De acuerdo con la Universidad de Columbia, las redes mueven los mismos circuitos dopaminergéticos que cualquier otra adicción. Los likes de las redes trabajan sobre los estímulos gratificantes y una exposición continua a ellos hará que lo asociemos con el placer. Esto genera dependencia y abre la puerta a la depresión. Usando la jerga de los drogodependientes, podemos quedarnos “enganchados”.

(En otro apartado de esta página hay un consejo de una psicóloga que puede ayudar a bajarte de la nociva hiperconexión).

Pero no solamente el abuso del celular amenaza nuestro bienestar. Hay una carrera hacia la nada por el éxito vacío, la felicidad comprada, el compromiso instantáneo y devaluado. No nos damos paz.

Roberto Palacios es un divulgador científico que publicó un libro titulado La era de la ansiedad. En una entrevista con BBC Mundo, apunta que vivimos una época virtualizada en que perdemos el sentido de lo real y que por una atmósfera de cansancio existencial personal nos es más fácil relacionarnos con las mascotas que con las personas. Acota que hoy somos una narración que tapa nuestra individualidad y que ponemos el éxito no como una meta, sino como una suerte de sambenito, casi una condena, y que nos balanceamos entre la euforia y la desazón. Resalta que ansiamos el reconocimiento inmediato y habla de lo negativa de la dependencia de los likes de redes. Añade también que vivimos en un mundo sin propósitos y que consumimos emociones de forma similar a lo que se hace cuando hay un boom económico en un país: comprando lavadores y televisores. Las emociones –agrego yo– también tienen la obsolescencia programada como los electrodomésticos.

Ante esta aceleración que en verdad no nos hace ir muy lejos, hay una corriente de desaceleración llamada movimiento slow. Es impulsada por el periodista y escritor Carl Honoré. Él escribió Elogio a la lentitud en 2004 y puso en evidencia la necesidad de bajar varios cambios en la vida diaria. En un pódcast con Infobae la semana pasada señaló que el desafío es encontrar la justa velocidad para todas las cosas. Indicó que crónicamente nos estamos habituando a hacer demasiadas actividades. Planteó que es necesario una mayor conexión humana y menos comunicación tecnológica.

Quizás llegó la hora, bro, de hacer más cool la lentitud para volvernos menos rápidos y menos ansiosos.

https://www.psicologia-online.com/test-eres-adicto-al-movil-4555.h/

ASÍ PODÉS PONER FRENO A LA ANSIEDAD POR USO DE CELULAR

Establecer un periodo del día sin uso de pantalla.

Habilitar solo un mínimo de notificaciones importantes.

Usar recursos digitales para mermar uso de celulares.

Buscar métodos para ejercitar la atención plena.

Dar más espacio a la interacción física cara a cara.

(Fuente psicóloga Thania Aragón)

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