Así empieza una noticia publicada por ÚH el sábado pasado. Es un nuevo intento de estafa electoral que se debe “analizar” según el presidente de la Cámara de Diputados.
Creo que es importante recordar que el timo de los ediles y jefes comunales no es nuevo, ya lo hicieron en el 2020, cuando lograron prorrogar las elecciones como efecto de la pandemia, una situación grave donde el Estado se desembarazó de la responsabilidad de asegurar unas elecciones a pesar de una crisis sanitaria, dejando que quienes fueron aprobados para un mandato de cinco años gozarán de otros doce meses sin la venia de la voluntad popular.
Están atacando, una vez más, la democracia, con el argumento de un “supuesto ahorro de USD 60 millones”, por “el desgaste que genera la contienda política”, o para “abaratar los costos de los procesos electorales que se dan y para gastar menos en elecciones e invertir más en educación y salud”. Eso no lo piensan cuando despilfarran recursos, cuando desvían fondos, cuando lesionan la confianza u otras tantas causas más por las cuales hay tantos imputados. Claro, la austeridad para el Estado, esa entelequia cuyas erogaciones termina pesando sobre los que menos tienen. Sí, es fácil cuando el dinero es público, porque sí sobra para repartir salarios a los nepobabies, secretarias, jefes de fotocopias, quinchos de lujo, para tener a más de una docena de funcionarios por legislador, y aún así seguir convocando ñandeko a concursos para 50 vacancias. Una bofetada más para el pueblo.
Si sienten que la contienda política los desgasta, pues váyanse tras el primer mandato. Es un servicio público, no una actividad lucrativa, ¿o me estoy equivocando? Dedíquense a servir, a administrar eficientemente los recursos durante cinco años, a practicar la mesura en los gastos, y que estos sean realmente una inversión para el bienestar ciudadano.
Al menos yo no conozco a un solo intendente que haya hecho méritos para seguir en el cargo otros dos años, no quiere decir que no los haya, pero basta con citar a la Capital del país para comprender la historia.
Asunción está hecha pedazos, y menos mal que es la capital del país. Aliento a los diputados, senadores y otros políticos a que salgan a caminar por su territorio, que de veredas o calles es difícil hablar. También será un reto para estas autoridades hacerse ver, porque el hastío de la gente les puede caer, y eso lo saben claramente.
No, ellos prefieren hacer campaña con hurreros, pegatinas, cuando están buscando el cargo, pero después se olvidan de su rapicha. Ivai la porte realmente.
Ya escuché el ministro de la Justicia Electoral, César Rossel, argumentando técnica y políticamente en contra de la propuesta. Sin embargo, también quiero recordar que en el 2020 hubo oposición formal del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), pero poco le valió entonces al presidente de la República para vetar la propuesta. Abuso de autoridad verdaderamente, un “uso excesivo, injusto” del poder delegado por un lustro, donde priman las preocupaciones por el interés particular antes que el general.
No obstante, sigo creyendo que los votos no son robados en las elecciones, aunque haya por ahí alguna confesión que muestra lo contrario en el caso de un ex presidente de la República. Sigo confiando en que alguna vez tendremos ese “Estado social de derecho”, un gobierno con “democracia representativa, participativa y pluralista, fundada en el reconocimiento de la dignidad humana”, con la soberanía residiendo “en el pueblo”. Ojalá.