30 sept. 2025

¡Que renuncien todos!

La prensa ha puesto al descubierto el nepotismo en su máxima expresión. Lo que muchas veces se rumoreaba o se sospechaba, ahora lo vemos con nombres, rostros y planillas: familiares de políticos que acceden a puestos públicos sin méritos, solo por su apellido. Ante esta exposición, dos jóvenes renunciaron rápidamente. Un gesto que, lejos de ser honorable, fue una confesión tácita: sabían que lo que hacían estaba mal, y simplemente fueron descubiertos.

Pero estos no son casos aislados. Se habla de cientos o miles de “neposobris”, “nepobabys” “planilleros” ocupando cargos en la administración pública gracias a cupos políticos y no a su capacidad. Y todos lo saben. Saben que su presencia allí es una avivada, una trampita legal que la ley no sanciona, pero que la ética condena.

Los políticos actúan como si el Estado fuera su propia empresa familiar. Por eso les parece natural “acomodar” a sus hijos, sobrinos, amigos o parejas en un puestito –a menudo simbólico– que sirve solo para cobrar mientras estudian o hacen otra cosa. No importa el mérito, no importa el servicio público, no importa la igualdad de oportunidades. Importa la conexión.

El caso reciente de los jóvenes descubiertos in fraganti como planilleros es apenas la punta del iceberg. Pone en evidencia que esta práctica persiste, pese a leyes, reglamentos y declaraciones de buenas intenciones. Y lo más grave: revela un modelo mental que se reproduce. Crece el número de personas –jóvenes incluidos– que no buscan un empleo para aportar valor, sino para obtener ingresos sin esfuerzo.

A esos jóvenes que hoy cobran sin trabajar, les pregunto: ¿cómo se sienten cada vez que reciben su salario y saben que no hicieron nada útil para ganarlo? ¿No les incomoda la mirada de quienes sí se esfuerzan, estudian, compiten y se frustran ante un sistema viciado?

Esperábamos más de las nuevas generaciones. Creímos que venían con otra mentalidad. Pero nos sorprende ver cómo muchos terminan adoptando, desde muy temprana edad, este modelo tan lamentable y corrosivo. Un modelo donde cuanto menos hago, más obtengo. Un modelo que no solo destruye la ética pública, sino que también les quita competitividad a ellos mismos.

Por eso, si fueron nombrados sin mérito y no trabajan, renuncien todos. No solo los que son descubiertos.

El espíritu de este mensaje no se trata de quitarte lo que te ganaste por ser miembro, amigo y/o socio de una familia política, se trata de recuperar tu respeto propio. De que no seas quien continúa este juego injusto y perverso.

Decidir renunciar hoy, devolver lo cobrado y concursar como cualquiera: eso sería empezar un camino hacia la meritocracia para tener una carrera digna.

¡El Paraguay te necesita… con méritos!

*Esta columna incluye contenido generado con el apoyo de la IA.

Socia de ADEC.
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