09 dic. 2025

El dilema navideño

Les confieso que no es lo mismo escribir sobre la inseguridad que vivirla. El otro día entraron al jardín de la casa y se llevaron todo lo que quisieron, a las apuradas, a plena luz del día, y sin que vecino alguno se percatara.

De esta manera, al regresar ese día de una larga jornada laboral, encontramos que se habían llevado a la tortuga de barro, obra de arte popular de una alfarera de Itá; un enano de jardín, todo despintado, pobre criatura; un mbói jagua de Atyrá, un móvil de esos que suena cuando se alza el viento y sonaba genial; y casi se llevan también dos planteras en las que se había plantado dos ynambú sevoi, que todos sabemos es un yuyo, o mejor dicho, una flor silvestre, con unas flores muy bonitas, si saben de lo que hablo, en fin...

Más de uno que sigue leyendo esto, dirá que no es la gran cosa lo que se llevaron, y es cierto, pero en realidad esta incursión supone otro problema, les explico.

Como decía en el título, nos encontramos ante un dilema o mejor: Tenemos un problema, Houston, porque se acerca la Navidad y como corresponde, después de la fiesta de Caacupé ya toca montar el pesebre y toda la parafernalia de luces, muérdagos y papánoeles. Pero, ¿cómo hacemos este año?, cuando hay tantos desaprensivos robando tortugas, móviles y mbóiyaguaces por el barrio.

Entonces, la pregunta obligada, ¿y si se llevan el pesebre? Porque como manda la tradición el pesebre se instala en el jardín, ¿verdad? Pero si instalamos ahí afuera, como estaba previsto, se podrían llevar todo el pesebre, incluida la kufiya que estaba pensada para arropar al niñito, para recordar aquel pesebre que había instalado el papa Francisco en el Vaticano, ¿hace como un año? ¿Y qué hacemos si se llevan al niño, a su madre y a su padre?, porque bueno, sabemos que esas cosas pasan a cada rato, no solo en mi barrio, sino sobre todo en Gaza.

Me enojé muchísimo con quien se llevó la tortuga, pero sobre todo me enoja que ahora desconfío de todos. No te roban cosas materiales, relevantes o no, te roban la tranquilidad y la confianza.

También te hacen querer darles, por lo menos un akapete al estúpido o estúpida que secuestró al mbói jagua, y me dan ganas de gritarles que todos estamos en las mismas, que todos somos pobres y somos víctimas de un sistema que nos mantiene en la pobreza y en la ignorancia porque les conviene. Que por algo no vivimos en un barrio cerrado, sin cerco eléctrico ni alambres ni siquiera el popular vidrio cortadito y menos todavía cámaras y circuito cerrado. Y que hay que dejar de seguir votando por los mismos que nos condenan a esta vida que es un calvario interminable y que ellos van a seguir en la miseria, robando las tortugas de barro de la gente trabajadora, mientras los políticos corruptos y bandidos siguen saqueando el país. Que tienen que entender que los colorados gobiernan desde hace más de 70 años y cada vez estamos peor, y todos somos víctimas. No les puedo explicar lo que me encantaría tenerlos en frente y poder soltarles un buen discurso.

Pero de todo, lo que me molesta más, es que se ensañan con sus iguales nomás, saquean los jardines y se llevan lo que encuentran, cositas que solo son importantes para esa gente, que es gente trabajadora que no tiene grandes cosas materiales; se ensañan con sus iguales y nunca con quienes han causado su miseria y su falta de oportunidades. Nunca van a la casa del que deja sin presupuesto el programa de niños a quienes les urge cirugía del corazón, nunca van a la casa del que mueve los hilos de la marioneta.

Ese pobre niño en un pesebre, y sus padres no van a estar seguros esta Navidad ni en un barrio de Asunción ni en la Palestina ocupada.

Definitivamente, Houston, tenemos un grave problema esta Navidad: Demasiadas bombas, demasiado sicópatas con poder, crímenes de guerra que se transmiten en directo y gente loca queriendo quedarse con el petróleo del prójimo.

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