El Paraguay del 2024 tiene dos características anómalas que yo las califico como primitivismo productivo y capitalismo de secuaces o crony capitalism, bautizado en inglés. Hay una tercera característica.
Para no parecer una perspectiva muy ligada al mundo material en el plano del poder, hace poco nomás le vengo sumando algo espiritual. Así también, el Paraguay es un país muy religioso, de muchos católicos y pocos conversos. Muchos cristianos y pocos creyentes. Muchos llamados y pocos escogidos. Mucha gente santa, apartada del mundo, pero que no está ni ahí con tener asegurado su plan de salvación como última realidad. Hoy voy a reflexionar, en especial sobre las dos primeras, el primitivismo productivo en un mundo de secuaces. O mejor, una sociedad de mercado, lo que no es igual a una economía de mercado. Muchos proyectos de poder y pocos proyectos de desarrollo humano.
Estos tres elementos citados más arriba, moral productiva, primitivista, relaciones entre secuaces y religión sin conversión tienen sus consecuencias.
Los resultados del 2023 de la economía paraguaya y las perspectivas para el 2024 y años subsiguientes sirven como evidencias empíricas. Veamos.
En valores corrientes, el PIB del Paraguay del 2023, según el BCP, sumó 315.724.484 en millones de guaraníes. En el 2022 fue de 292.946.789 en millones de guaraníes. Creció 7,8% en términos corrientes. El crecimiento de las recaudaciones fue del 6% según informes DNIT. También en valores corrientes. Eso quiere decir que un crecimiento corriente de la recaudación que no acompañe el crecimiento corriente del producto da como resultado una disminución en la presión tributaria.
Por eso, los informes oficiales reconocen que esta bajó del 10,2% al 10,1% del PIB. No es mucho, pero es algo preocupante. Entiendo que todo cálculo del crecimiento real del PIB no se hace sobre valores corrientes, sino que sobre algún año base que, creo, es el 2014. Luego se busca permanecer en valores constantes. Si hiciéramos de esa formar e hiláramos fino, igual, veríamos que el crecimiento real de las recaudaciones es prácticamente inexistente. Por eso, la presión tributaria no crece en términos reales desde hace una década. Ya lo decía el Dr. Orué en una entrevista hace unos años. La cultura paraguaya es evasora y por eso había casi 13 billones de guaraníes que no se pagaban en impuestos directos e indirectos, y solo 4 de cada 10 empresas emitía factura legal, en ese momento.
En el 2023, la economía creció por lo menos 4,5% en términos reales, la inflación fue del 3,7%, y la presión tributaria decreció en su relación sobre el PIB, repito, manteniéndose alrededor de una décima parte de este desde hace una década. Es casi nada. Mal, porque sin un crecimiento real de la misma sobre la producción total de riqueza, no existirán los recursos suficientes para las inversiones endógenas que mitiguen el enorme déficit infraestructural y social existente, que mejoren la productividad del aparato económico para las necesidades que son crecientes –con una clase media también creciente que se ha vuelto más exigente–. Peor aún, en una era en la que se está conviviendo con un malgasto indignante del capitalismo de secuaces que no es decreciente. La avaricia y la voracidad de los que administran el Estado, en los tres niveles del gobierno, en los tres poderes del Estado, es insaciable. Hay ineficiencia para recaudar impuestos y una gran eficiencia para malgastarlos. Entre robos y malgastos se afanan el 3,9% del PIB según el BID. La política es la principal actividad productiva del Paraguay con fines de lucro privado y no de servicio público. Los que llegan al poder hacen normas para luego vender su incumplimiento. La realidad es acuciante. El modelo está agotado y la sociedad está colapsada. Yo lo vengo advirtiendo desde hace ya bastante tiempo. Por otro lado, el déficit fiscal se agudizó al -4,1 % sobre el PIB y el balance operativo neto de ingresos menos egresos del Estado paraguayo saltó de – 214,6 a - 4.768,3, alrededor de 22 veces, alto brutal, en miles de millones de guaraníes 2023/2022. Recaudan poco y gastan mal. Acá se juntan la cultura evasora del paraguayo con la corrupción y la ineficiencia de las instituciones de recaudación, SET y Aduanas (hoy DNIT) y, como dijera el ministro Riera, con el crimen organizado que penetró en todos los niveles del Estado. El presidente les dijo a los gobernadores e intendentes que son corruptos. Estos le negaron. Y así se están peleando por las compensaciones decrecientes, a cada año, de las ventas de energía de Itaipú de la parte paraguaya que no se usa. Es decir, el programa hambre cero de los escolares del Paraguay depende de la compra decreciente de energía paraguaya desde el Brasil. Es la soberanía alimenticia. Todo mal.
Por eso, el ministro de Economía y Finanzas anunció para el 2024 más de 2,2 mil millones de dólares de nuevo endeudamiento, en parte para pagar monos del Gobierno que se fue, en parte para el manejo más conveniente de deudas emitidas en años anteriores. El horno no está para bollos, no se puede desilusionar muy rápido a los electores que creyeron en vivir mejor y en que los impuestos no subirían.
Mientras tanto, así como explotan las denuncian –nepobabies, planillerismo y otros escándalos diversos–, el capitalismo de secuaces asalta el Estado todos los días, manejándolo como un club de exas, entre amigotes de un quincho multicolor y multiempresarial, con puertas giratorias y afinidad de élites. Nada a reclamar, suelo decir irónicamente, es lo que se votó en el 2023. Tienen mayoría absoluta en el Legislativo y la aplanadora republicana obedece con honor a todos los deseos significativamente poderosos del supremo. Sea lo que sea, desde hacer rutas de cemento hasta ganar market share en el sistema financiero fusionando bancos mal administrados.
El primitivismo productivo, el capitalismo de secuaces y la religión sin conversión están llevando al Paraguay a un gran agujero negro en modo ley de la entropía. Los paraguayos desprecian la inteligencia humana para generar riquezas e insisten en permanecer dependientes solo de la naturaleza. La UGP nos informa que 8,8 mil millones de dólares, el 75% de todas las exportaciones, son productos y manufacturas de origen primario. Sube la dependencia del clima. Y festejamos. Los paraguayos también evitan el verdadero mercado en un mundo de catalaxia, de puros intercambios desiguales sin considerar el bien común. Al final, somos también nefastos herejes disfrazados de fariseos cumplidores de la ley. Una mezcla fatal.
Por eso, el cumpleaños 35 de la democracia de fachada, fruto de un golpe palaciego, nos encuentra penúltimos en América Latina en presión tributaria, primeros en el mundo en tráfico de armas, terceros en el mundo en los mercados del crimen, segundos en Sudamérica en corrupción, penúltimos detrás de Haití en la prueba de PISA, proveedores especializados de la mocro maffia europea, exportadores de tabaco informal al Brasil, lavadores de dinero profesionales, entre otros maleficios.
Les aseguro que para seguir el carnaval se viene una suba de impuestos en cualquier momento.
Anoten. Es algo inevitable que nos espera con este déficit fiscal que no se mitiga, resultado del primitivismo de limitada productividad que nos mantiene por debajo del pleno empleo, tanto de los recursos humanos como de la hidroenergía que nos corresponde, como ejemplos; que no tiene efecto derrame ni paga impuestos progresivos; de la endeble presión tributaria y de los robos de los secuaces. Kale lo verbalizó una vez afirmando que nunca se robó tanto como en un gobierno pasado. Prepárense para pagar más impuestos a cambio de nada, a no ser que decidiéramos ir hacia la economía del conocimiento; trajéramos el mercado genuino y competitivo tanto al sistema económico como al sistema político y nos convirtiésemos de nuestros malos caminos, como dice la palabra de Dios. Solo así. Saludos cordiales.