El primer año de gobierno de Santiago Peña muestra señales inequívocas de altas deudas sociales sin cumplir. Uno de los temas más sensibles tiene que ver, sin duda, con el transporte público. Recién ahora, 12 meses después de haber asumido, al parecer autoridades y funcionarios estarían trabajando en un proyecto de reforma del transporte público. Mientras tanto, los usuarios siguen padeciendo las ya normalizadas reguladas que afectan la calidad de vida y que son implementadas de forma impune.
Queda en evidencia el hecho de que, cuando en campaña prometían que estaríamos mejor, en realidad, no tenían clara idea de lo que debería hacerse. El Gobierno del colorado Santiago Peña, a un año de haber asumido, está diseñando un plan para reformar el transporte público, que buscaría reorganizar los itinerarios y la renovación de buses. El proyecto, que aún no ha sido entregado al Ejecutivo, deberá recorrer todavía un largo camino para su potencial implementación. Mientras tanto, los usuarios siguen padeciendo de las impunes reguladas implementadas por los empresarios del transporte público. Contar con un servicio de transporte público eficiente sigue siendo una gran deuda con la ciudadanía.
Se iniciaron algunas acciones, como la implementación del carril único para ómnibus sobre la avenida Transchaco, un plan que fuera presentado por el anterior gobierno, y ante su aparente efectividad se plantea repetir el sistema sobre la avenida Eusebio Ayala, desde la Universidad Nacional de Asunción hasta el Mercado 4.
Si bien es cierto y se debe admitir que no ha habido aumento del precio del pasaje, las condiciones en general no han mejorado. En nuestro país, utilizar y depender del transporte público supone un auténtico calvario, por las condiciones que presenta y por su imprevisibilidad. No existen horarios seguros y se han normalizado las reguladas; ante esto, los usuarios aguardan por horas para poder abordar alguna unidad que les transporte al estudio o al trabajo, suponiendo de esta manera una enorme pérdida de tiempo vital para los pasajeros. Las condiciones de las unidades tampoco han mejorado, y, por el contrario, siguen circulando los denominados buses chatarra, junto a otros que también se caracterizan por la falta de limpieza e higiene, cuando no prestan el servicio que deberían como es el caso del aire acondicionado, como debería ser en el caso del servicio diferencial, el cual cobra el precio del billete más caro.
En Asunción, su área metropolitana y Central, lo mismo que en el resto del país, son frecuentes las quejas y los reclamos de los usuarios que se sienten permanentemente castigados por las deplorables condiciones en las que deben viajar. Algunas de estas situaciones rayan sin duda lo inhumano.
Los medios de comunicación reproducen con frecuencia el sentir del ciudadano: “Se espera mucho y cuando viene el colectivo llega lleno y no quiere pararte”; “Nos vamos como ganado en el colectivo. Nos vamos colgados, es imposible”, comentan sobre las deplorables condiciones que soportan a diario trabajadores y estudiantes. Movilizarse en transporte público no solamente es agobiante, es incierto y además peligroso, ya que no hay servicio por las noches y los fines de semana las esperas son todavía más largas.
El Gobierno promete reformas, pero hasta ahora ha sido incapaz de hacer lo mínimo, como es el control del cumplimiento de frecuencias y horarios, como tampoco de las condiciones de las unidades. Hubo multas irrisorias para algunas empresas de transporte y los usuarios ni siquiera tienen refugios adecuados donde aguardar los buses con seguridad y comodidad.
Con la promesa de un proyecto de ley de reforma de transporte público, que demandará USD 300 millones, para la renovación de la flota con fondos proveídos por Itaipú, no es suficiente. En el Paraguay, necesitamos un nuevo sistema de transporte y movilidad urbana, bien planificado que no suponga simplemente buses nuevos o buses eléctricos que reemplacen las chatarras, pero que sin contar con un plan integral sencillamente se unirán al caótico tránsito. Los ciudadanos merecen mejor calidad de vida y el transporte público es una parte esencial para ello.