23 abr. 2024

Pelé: Será famoso por 15 siglos

El vaticinio que se le atribuye a Andy Warhol queda corto al hacer un repaso por los logros de Edson Arantes do Nascimento. Su pueblo y el mundo entero lo despedimos: boa viagem, O Rei. (Publicación de la Revista Pausa).

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Pelé vivió el fútbol con pasión y se convirtió en referente clave de la cultura popular por más de tres décadas.

Pocas personas logran entrar en los anales de la historia con una permanencia tan merecida como uno de los mejores del mundo. En un Brasil que aún luchaba por posicionarse como país industrializado y potencia, Pelé llegó y ofreció algo más: la difusión de su cultura y el nacimiento de un ícono internacional, el primer genio del fútbol global.

Para él, Brasil era todo, y lo representó con orgullo, con sus luces, destellos y sombras. “Brasil es mi país, significa todo para mí. Me dio la vida”, dijo en el documental sobre él que fue estrenado en 2021. Hoy, el mundo lo despide después de perder su último partido, sabiendo que, como bien dijo Eduardo Galeano: “Pelé es el rey, y punto”.

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El nacimiento de un grande

Edson Arantes do Nascimento vino al mundo un 13 de octubre en un humilde barrio de Tres Corazones, en Minas Gerais. Prácticamente nació con la pelota en los pies y su dominio le llegó por herencia de su padre, Dondinho, un jugador muy talentoso que no logró convertirse en el reconocido futbolista que soñaba ser por culpa de una lesión.

João Dondinho Ramos do Nascimento y Maria Celeste Arantes se esforzaron al máximo para sacar adelante a su familia, pero no siempre bastó. Así, el propio Edson colaboró con la economía desde niño: limpiaba botas y trabajaba en una fábrica de zapatos.

Empezó a jugar como la mayoría de los niños latinoamericanos: en las calles, en la canchita del barrio y en la escuela, con los vecinos y compañeros. Su manejo de la pelota ya deslumbraba, pero nadie sospechaba que muy pronto sería O Rei.

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Para conocer la historia de su apodo legendario, es necesario reconocer su precoz talento. Jorge, su tío, contaba que cuando Edson era pequeño, lo ponían a jugar de portero para darle ventaja al rival, ya que el brasileño era tan bueno que anulaba por completo al equipo contrario. Quien sabe jugar al fútbol, lo hace en cualquier posición: también se destacó bajo los tres palos. Varios lo relacionaban con Bilé, portero con el que había jugado su padre. Ese fue su apodo, que evolucionó hasta llegar a Pelé. Al astro no le gustaba el mote, a menudo contaba que su papá lo nombró Edson en honor a Thomas Alva Edison, a quien se le atribuyó la invención del foco de luz eléctrica.

Con apenas 13 años empezó su carrera profesional, cuando se integró a las juveniles del Club Atlético Baurú. Su entrenador, Waldemar de Brito, prendado de su talento, lo llevó al Santos, de São Paulo. Emergía O Rei. Desde allí se consagró como figura y este fue el puntapié de su participación en los mundiales.

Pelé marcó un antes y un después en el Santos: conquistó 11 títulos regionales entre 1957 y 1974, y cinco de la Liga Nacional; dos ediciones de la Copa Libertadores, en 1962 y 1963; y en esos mismos años, el Mundial Interclubes. El Santos, con nombres como Gilmar, Lima, Calvet, Dorval, Mengalvio y Coutinho, fue considerado el mejor de América del siglo XX y el cuarto del mundo.

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Tres copas para el Rey

“Mi padre dijo una vez: ‘Para jugar al fútbol, hay que tener pasión’”, expresó Pelé no en una, sino en varias entrevistas. Y lo demostró con su esfuerzo al defender la verdeamarelha en cuatro mundiales, con la conquista de tres copas para su querido Brasil.

En el Mundial de Suecia 58, a la edad de 17 años, deslumbró al mundo. No jugó los dos primeros partidos por causa de una lesión sufrida en un amistoso, pero una vez recuperado, disputó los siguientes cuatro y marcó, también, cuatro goles. En la final, hizo dos tantos que le dieron un triunfo de 5-2 a Brasil contra el local.

Su primer mundial lo consagró como el mejor jugador joven del torneo y el segundo máximo goleador, y el mundo conoció la leyenda.

Es que su prodigio no era algo común, O Rei conjugaba su inteligencia, su visión de campo y su habilidad para ofrecer pases de gol. No fue su único éxito. En Chile 62, una lesión muscular le impidió ser protagonista de los partidos. Aun así, su tanto en el primer partido contra México aún es memorable para los amantes del fútbol.

En Inglaterra 66, todo fue distinto. Los rivales sabían que no podrían contra Pelé al 100% de sus facultades y, para frenarlo, le hacían faltas. Terminó lesionado. La tarjeta roja recién fue implementada en el 70, por lo que los partidos se ponían violentos. “Pensé que para mí se habían terminado los mundiales, no volvería a jugar nunca más uno. El fútbol de entonces fue desnaturalizado; era violencia, más violencia. Yo no quería terminar mi vida en una silla de ruedas, inválido o tener que hacerlo con algún adversario en alguna de esas jugadas donde había que matar o morir”, dijo en una entrevista.

Decidió dejar la pelota para conservar su salud y su seguridad, y aseguró que nunca volvería. Se abocó a su trabajo en el Santos e ignoró cada uno de los llamados de su selección, pero hubo una reunión que no pudo rechazar: fue convocado por el general Emílio Garrastazu Médici, quien apenas llevaba tres semanas al frente del régimen.

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No fue la primera ni la última vez que regímenes autoritarios utilizaron el fútbol, el deporte de masas, para intentar conquistar el cariño del pueblo. Se vio con la dictadura de Videla poco después e, incluso, en el ejemplo reciente del Mundial de Qatar.

El objetivo de la dictadura era la copa de México 70. Pero, para lograrlo, necesitaban a Pelé. Médici enviaba decenas de emisarios, siempre con el mismo mensaje: su vuelta. El astro recordó su angustia en la entrevista de su documental: “La Copa del Mundo era importante para el país. Pero en aquel momento yo no quería ser Pelé. No me gustaba. No quería serlo. Y pedía: ‘Dios, ayúdame a que este sea mi último mundial’”.

No era el único que vivía con esa tensión. El seleccionador era João Saldanha, abierto opositor a la dictadura. El partido donde militaba fue fuertemente atacado y su compañero de militancia, Carlos Marighella, asesinado. Como actividad política, en su viaje a México para el sorteo del calendario del Mundial, repartió un documento con los miles de nombres de presos políticos, desaparecidos, asesinados y torturados. Saldanha fue destituido en marzo del 70 y sustituido por Mario Zagallo, con un capitán del Ejército como auxiliar. De hecho, agentes de las fuerzas intervinieron los entrenamientos.

Se consideraba que ganar ese torneo podía fortalecer la dictadura. Craso error: la Copa del Mundo no fue de Médici, sino de Pelé. “Ganar la Copa del 70 fue el mejor momento de mi vida, pero fue más importante para el país”, dijo. Como una válvula de escape, la alegría colectiva fue estabilizadora. “Si Brasil perdía, podría haber empeorado todo. Eso dio un respiro”, contó O Rei y agregó que lo mejor no fue el trofeo, sino “el alivio”.

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Un mito de multitudes

Pelé fue mucho más que un futbolista. En 1974 se despidió por todo lo alto, decidido a dejar el deporte rey y cambiar su oficio. Debido a desfases financieros y negocios que no salieron como esperaba, un año después decidió aceptar la oferta del New York Cosmos y se embarcó a una nueva aventura: llevar el fútbol al país del soccer.

Le ofrecían, además de la promesa de ser la cara visible del fútbol del país, la explotación de su carrera audiovisual, merchandising y relaciones públicas. Jugó en el Cosmos dos años y ganó una copa en el segundo. Allí, dejó una nueva cultura futbolística.

Finalizó su carrera profesional en 1977 y volvió poco después a Brasil, cuando la democracia se estaba restituyendo. Desde su retirada, fue empresario, comentarista, representante, RRPP de varias empresas, asesor de la Federación Brasileña de Fútbol y miembro del Consejo Nacional de Prevención y Lucha contra el Sida de su país.

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Vida personal en orsai

Pelé dio el sí, quiero tres veces. La primera fue con Rosemeri Cholbi en 1966, con quien tuvo tres hijos, Kelly Cristina, Edson y Jennifer; 16 años más tarde, se divorciaron. Entre las razones, según él adujo en su documental, estaban su profesión y la imposibilidad de prestar atención a su relación. Pero los rumores de infidelidades de su parte nutrieron las revistas de chismes de la época y se planteó que ese fue el verdadero motivo.

En el documental, habla de ellos: “Con total honestidad, tuve varios affaires, algunos acabaron en hijos, pero solo me enteré de su existencia más tarde”. Fue padre de Sandra Regina Machado, quien, en una batalla legal casi interminable, lo obligó a reconocerla. Tuvo otra hija, Flavia Christina Kurtz, con la periodista Lenita Kurtz.

En 1994, Edson selló su relación con la cantante Assiria Lemos. Estuvieron casados por 14 años y tuvieron gemelos, Celeste y Joshua. Su siguiente matrimonio fue con la japonesa Marcia Aoki (2016), con quien siguió unido hasta el fin de sus días.

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Un rey solidario

La solidaridad nos lleva un pasito más cerca de la justicia social. Y Pelé, aunque no lo expresaba con palabras, lo demostraba con acciones. Tras su retiro como futbolista, fue actor y cantante. Fundó una organización caritativa con su nombre, dedicada a ayudar a los niños, y fue nombrado Embajador de la Buena Voluntad de Naciones Unidas.

Lastimosamente, no destinó mucho tiempo al activismo para alguna causa en particular.

Hay quienes dicen que fue el estadista de Brasil por 16 años, pero es imposible pensarlo como tal por su falta de postura política. Pelé solo quería dedicarse a jugar al deporte más popular del mundo, y ahí se terminaba.

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Fue el primer héroe nacional negro de Brasil, y aunque rara vez habló del racismo en uno de los países con mayor desigualdad racial, sí marcó la diferencia. Sufrió cientos de miles de expresiones racistas, como cuando el público imitaba el sonido de un mono al verlo en la cancha, por ejemplo.

“Él dijo que jamás habría jugado si hubiera tenido que parar cada vez que escuchaba esos cánticos”, dijo Angelica Basthi, una biógrafa del futbolista. Y agrega: “Él ha sido clave para el orgullo de la gente negra en Brasil, pero jamás quiso ser un abanderado”.

Durante su estadía en Estados Unidos, frecuentemente se lo oyó en sus discursos hablando de amor, cuidado de la niñez y la necesidad de poner fin a las guerras.

Fue nombrado Ciudadano del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977; Embajador para la Ecología y el Medio Ambiente por la ONU en 1992; Embajador de Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco en 1994; Ministro Extraordinario de Deportes por el Gobierno de Brasil entre 1994 y 1998; Caballero de Honor del Imperio Británico, en 1997, y Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial de 2006.

Fama imperecedera

En sus años de vida en Nueva York, frecuentó la discoteca que fue el epicentro de la diversión y la vida nocturna de la capital del mundo: Studio 54. Allí se daban cita personalidades como Donna Summer, Frank Sinatra, Woody Allen, Tina Turner, Sylvester Stallone, Henry Kissinger, Cher, Grace Jackson, Truman Capote, Donald Trump, Robert Redford, Sidney Poitier y el Rey del Fútbol, Pelé.

Edson Arantes do Nascimento compartió copas con Mick Jagger, conversó sobre fútbol con Rod Stewart y estuvo en la fiesta de cumpleaños de Michael Jackson. También conoció al ya famosísimo Andy Warhol, quien años antes, en 1958, había dicho su famosa frase: “En el futuro, todo el mundo será famoso durante 15 minutos”.

Warhol se caracterizó por su trabajo al reconocer y valorizar la cultura de masas —en publicidad, medios de comunicación y cómics—, y elevarla a arte. Según él, no solo las disciplinas artísticas estaban al alcance de todos, sino también la fama; pero concedía a esta un carácter de impermanencia y volatilidad.

El máximo exponente del pop-art retrató a Pelé en su serie The Complete Athletes Series a pedido del coleccionista Richard Weismann. En ella, puso a cada atleta con un elemento de su deporte y O Rei está con la pelota que tan bien dominaba.

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Dicen que para él, y solo para él, Andy Warhol reformuló su tesis de 15 minutos de fama para presagiar una notoriedad más duradera: “Será famoso por 15 siglos”.

Boa viagem, O Rei.

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