El Banco Mundial publicó su nueva lista de países según la clasificación realizada
utilizando el ingreso nacional bruto. Paraguay, junto con la mayoría de los países latinoamericanos, se encuentra ubicado entre los países de ingreso medio-alto. Desde 2014 está en esta posición gracias al crecimiento promedio sostenido, aunque volátil, del producto interno bruto. Este indicador, como todo promedio, tiene algunas ventajas, así como críticas. Estas críticas provienen tanto del sentido común, lo cual se puede observar en los comentarios del público general en las redes, como de ámbitos políticos y académicos.
Paraguay se encuentra entre los países de ingreso medio-alto, ya que, según la metodología del Banco Mundial, ahí se ubican los que tienen un ingreso nacional bruto (INB) anual por persona de entre USD 4.496 y 13.935. Si bien nuestro país se encuentra en ese rango, es preciso señalar que está más cerca del límite inferior que del superior, ya que su INB está en alrededor de los USD 6.000. Argentina, que se encuentra en la misma categoría, tiene un INB de alrededor del doble, lo que le acerca al límite superior.
Chile y Costa Rica están clasificados como países de ingresos altos, rondando los USD 15.000; mientras que Haití, Bolivia, Honduras y Nicaragua están como países de ingreso medio-bajo con promedios de alrededor de USD 3.000. En América Latina y el Caribe ya no quedan países de ingreso bajo según esta clasificación.
Este indicador es importante a nivel internacional, ya que algunos organismos internacionales y otras instituciones definen reglas específicas según el nivel de ingreso nacional bruto. Por ejemplo, las características de la Ayuda Oficial al Desarrollo, el tratamiento internacional de las deudas públicas, algunos aranceles comerciales e incluso la concesión de becas en países desarrollados tienen reglas específicas y más ventajosas para países de ingresos bajos.
El indicador también es información para el sector privado y las inversiones externas. En las redes se pueden ver frecuentemente alusiones al respecto, señalando el milagro económico de Paraguay y las ventajas de vivir aquí por sus bajos costos relativos con respecto a otros países.
Como todo indicador promedio, tiene importantes críticas. En primer lugar, al ser un promedio invisibiliza desigualdades a nivel nacional e internacional. Es el caso de las desigualdades en términos del tamaño y estructura económica entre Paraguay, Brasil y Argentina, todos ubicados en la misma categoría.
Al basarse en un promedio nacional también esconde desigualdades a nivel interno de cada país. En el caso de Paraguay, la desigualdad se manifiesta en el contraste existente entre alto promedio de ingreso nacional bruto por persona frente a los ingresos por persona clasificados por deciles. Solo el 20% más rico de la población se acerca al promedio del INB mientras que el 80% restante se encuentra muy por debajo. El 5% de la población más rica tiene ingresos cercanos al promedio de países de ingresos altos. Esta fuerte distancia sesga el promedio nacional hacia arriba.
Una segunda crítica se relaciona con el uso de un solo indicador económico para evaluar la condición económica de los países, simplificando excesivamente la realidad al no considerar otros aspectos como la pobreza, el acceso a servicios básicos o la calidad de vida. En contrapartida, no toma en cuenta aspectos como el capital humano, la innovación, la infraestructura, la gobernanza y la sostenibilidad ambiental, que son cruciales para el crecimiento a largo plazo y su impacto en el desarrollo. La centralidad puesta en el ingreso derivado del crecimiento económico puede llevar a los países a implementar políticas insostenibles social, cultural, ambiental e inclusive económicamente.
Por estas razones, este indicador debe ser leído, interpretado y utilizado atendiendo a sus ventajas y comprendiendo las limitaciones que desde diferentes enfoques se le realizan.