La misiva, difundida tras consulta con el Consejo Presbiteral, no es solo un mensaje de consuelo, sino también de orientación y esperanza para una sociedad herida.
En plena vivencia del Año Jubilar, el Obispo subraya la necesidad de mirar la realidad “con los ojos de Jesús, el autor de la esperanza”, y convoca a todos los fieles a no sucumbir ante la oscuridad, sino a creer que “las tinieblas se transformarán en luz”. Pero la luz, dice, requiere compromiso.
La carta no evita los temas más duros: Desapariciones de personas, drogadicción, violencia doméstica, suicidios y el quiebre de estructuras familiares que afectan, en especial, a adolescentes y jóvenes. En este sentido, el monseñor Collar lanza una advertencia firme sobre las incoherencias del mundo adulto, que muchas veces genera más confusión que guía. “Ellos nos exigen un testimonio auténtico”, expresa con claridad.
El texto plantea un viraje de enfoque. Señala que no basta con corregir conductas, hay que transformar realidades. Para ello, el obispo propone una red de apoyo pastoral, educativo y afectivo donde se fomente la resiliencia emocional, se construyan comunidades de pertenencia y se acompañe con ternura el crecimiento de los más jóvenes.
Destacable es la mirada integral que plantea la carta. No hay sector exento de responsabilidad. A los párrocos, se les insta a predicar con caridad; a las religiosas, a ofrecer cercanía y consuelo; a los educadores, a crear espacios seguros; a los padres, a acompañar sin juzgar, siendo “abrazo que acoge” y “palabra que guía”; a los jóvenes, se les recuerda el poder de un gesto solidario; y a los profesionales del acompañamiento, se les agradece y se les exhorta a seguir articulando redes de cuidado.
En esta línea, el obispo propone iniciativas muy concretas como campañas de sensibilización sobre salud mental, redes comunitarias de protección, espacios de escucha activa, formación en valores, y hasta talleres sobre el uso responsable de las redes sociales. Todo, con el claro objetivo de promover un entorno más humano, esperanzador y cristiano.
Una mención especial merece el Equipo de Escucha de la Pastoral del Cuidado, que funciona desde noviembre en el Obispado, y que se alza como un punto de referencia para quienes sufren en silencio. Además, se llama a todas las comunidades a organizar jornadas de ayuno y oración por los adolescentes, por el diálogo en las familias y por la paz en el mundo.
La carta cierra con el mensaje Juntos podemos – “Oñondive ikatu”, un lema que busca sumar voluntades más allá de las diferencias. En tiempos donde las malas noticias parecen ganar terreno, la voz del Obispo Pedro Collar recuerda que, aún en medio del dolor, siempre hay una esperanza que se construye con gestos, con fe y con comunidad.