11 oct. 2024

No tengo denuncias por corrupción

Esas fueron algunas de las declaraciones del senador Hernán David Rivas Román en la sesión de la Cámara Alta, el jueves pasado. Sé que dijo más, pero reconozco que no lo pude escuchar porque me pareció que estaba utilizando una estrategia de facto “corrupta”. Es que para ser corrupto no hacen falta denuncias de corrupción, y a la inversa, la Constitución garantiza que las denuncias no sean suficientes para ser considerado corrupto, para ello debe haber una sentencia firme y ejecutoriada.

Además, el objeto de la discusión entonces no era solamente si el legislador era o no corrupto para ejercer el cargo máximo en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), pues se cuestionaba también su preparación, y ahí sí no hay lugar para el debate: no está preparado para ser juez de jueces.

Sin embargo, yendo a la corrupción negada por el parlamentario, la institución que rige las normas de nuestro idioma nos recuerda que la palabra corresponde a la “acción y efecto de corromper o corromperse”, al “deterioro de valores, usos o costumbres”, y “en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores”. Presumo que así detrás del señor Rivas Román entonces hay más, porque hubo quienes lo votaron para estar en el JEM, y luego hubo quienes lo votaron para ser presidente del órgano extrapoder. En consecuencia, hablar de la honorabilidad cuesta un poco ya, porque si los valores no están considerados, ¿cómo sostener el honor?

La senadora Ramona Yolanda Paredes se lo señaló muy claro, cómo no ser corrupto cuando se acepta un cargo para el que uno sabe que no está preparado, pero será que Rivas Román sabe algo, al menos lo escuché afirmar que se está preparando cada día más, aunque eso no basta. Acaso sabe qué es la justicia, ese “obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”, o la injusticia, precisamente, aquello que la teoría jurídica califica como la ausencia de justicia. Supongo que se está cometiendo no solamente una injusticia al ver al señor Rivas Román como presidente del JEM, incluso desde su incorporación como integrante de ese organismo idealmente tan importante, y al mismo tiempo, tan nefasto para nuestra enclenque democracia.

Esta situación acaso puede calificarse ya de barbaridad, porque es “un hecho necio o temerario”, que pone en ridículo a los letrados preparados del país, que escupe en la meritocracia. Cómo nos observarán desde otros países, acaso los senadores que lo votaron para que vaya al JEM sienten algo de esa “turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante”, llamada comúnmente vergüenza. Cómo lo estarán mirando los adalides del crecimiento económico de nuestro país, que tanto aplaudieron ante cada futuro nombramiento del gabinete del próximo Gobierno, pero a los que no escuché ni leí manifestarse ante el ataque a la seguridad jurídica con el nombramiento de Rivas Román, precisamente desde el equipo político considerado afín a la siguiente administración gubernamental. Así es fácil solicitarle, por ejemplo, al también senador Galeano Segovia “que se ponga a disposición del Ministerio Público y las autoridades judiciales, a fin de deslindar su responsabilidad de los hechos que le atribuyen”. Imagínense.

Es preocupante, lo dijo tajantemente el abogado Osvaldo Granada Salaverry: “Por eso, hay tantos magistrados que se están jubilando y están queriendo rajar. Pero lo peor es que vos tenés dentro de tu equipo como para llenar de gente de bien y, sin embargo, se insiste en el mediocre, en el sinvergüenza”.

Y es cierto, cómo uno se animará a juzgar cuando quien lo tiene que juzgar no es apuntado como el más apto para tal menester. El jurado que tiene que velar por un buen desempeño de los magistrados está también corrompido, ergo, la mentada “justicia pronta y barata” todavía lejos de ser una realidad, a no ser para aquellos que dicen “vamos a estar mejor”. ¿Solamente ellos pio?

¿Cómo sostener la armonía y resolver los conflictos de esta sociedad cuando en el foco está si los jueces son o no tales? De vuelta retumban las afirmaciones del presidente electo porque no importa que estudiemos, que nos preparemos, ¡aguante la ignorancia y abyección!

Señor senador Hernán David Rivas Román, usted puede echar por tierra las acusaciones en su contra, conjeturo que sabe cómo aunque eso ya queda en la nebulosa de las ideas. No permita que las palabras de Granada Salaverry se repliquen más.

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