08 ago. 2025

No hay argumentos que puedan justificar la matanza de inocentes

Cada jornada llega cargada de terribles noticias sobre muerte y hambruna. Los grandes medios internacionales informan a diario sobre un conflicto que está llegando a un grado de crueldad inaceptable. Como expresara el papa León XIV, “debemos dejar las armas, el mundo no lo soporta más, dejar ya tanta violencia y tanto odio”. Tras el reciente ataque contra la Iglesia de la Sagrada Familia de la ciudad de Gaza, el único templo católico del territorio palestino, se elevan las voces de protesta, demandando el fin del conflicto.

Estos días resultan oportunos para recordar una de las encíclicas del papa Francisco, Fratelli tutti, un documento sobre la fraternidad y la amistad social. En ella decía el Papa que, en estos tiempos, parte de la humanidad parece sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo, sostenía, “no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si ‘todavía no son útiles’ –como los no nacidos–, o si ‘ya no sirven’ –como los ancianos–. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos”.

Hace una semana, un comunicado del Vaticano confirmaba que el párroco argentino de la Sagrada Familia de la ciudad de Gaza, el único templo católico del territorio palestino, había sido “levemente herido en la pierna” en un ataque atribuido a Israel. El papa León XIV dijo estar “profundamente entristecido” por el ataque al templo, en donde muchas familias cristianas desplazadas de la pequeña comunidad local se encuentran viviendo desde que comenzó la ofensiva israelí contra Gaza, después de que sus propias casas fueran destruidas. Durante el conflicto y hasta poco antes de su muerte, el papa Francisco llamaba a diario al padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia en Gaza.

Una publicación de BBC Mundo describía en diciembre de 2024 cómo la única Iglesia Católica de Gaza se había convertido en un refugio físico y espiritual para cientos de personas en medio de la ofensiva de Israel en la Franja. “Uno tiene que tragarse las lágrimas y tratar de ser un signo de esperanza para todos”, tras el ataque se vieron imágenes del sacerdote caminando entre los heridos.

Además de este ataque, hay gran preocupación por la situación de hambruna en la Franja por el bloqueo al ingreso de alimentos para los desesperados gazatíes. Y crecen los cuestionamientos hacia la denominada Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), organización respaldada por EEUU que reparte alimentos en complejos militarizados, con tropas israelíes apostadas, y, según revelaba una investigación, con luz verde para disparar hacia los palestinos a fin de dispersar a las masas, informaba la agencia EFE.

Ayer, el papa León XIV recibió una llamada del presidente del Estado de Palestina sobre los recientes acontecimientos en el conflicto de la Franja de Gaza y la violencia en Cisjordania, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Decía el comunicado que el Papa renovó su llamamiento al pleno respeto del derecho internacional humanitario, subrayando la obligación de proteger a los civiles y los lugares sagrados y la prohibición del uso indiscriminado de la fuerza y del desplazamiento forzado de la población. Y, en vista de la dramática situación humanitaria, se hizo hincapié en la urgencia de socorrer a los más expuestos a las consecuencias del conflicto y de permitir la entrada adecuada de ayuda humanitaria.

En esta misma línea, el cardenal y arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez, lanzó un mensaje contra la guerra, la indiferencia y la pérdida de humanidad en medio de los conflictos bélicos.

El cardenal criticó la postura del Gobierno: “Nunca se puede estar de acuerdo con la guerra ni justificar la matanza de inocentes por ninguna razón”. Como sabemos, el Gobierno votó en contra del alto el fuego e incluso contra el envío de ayuda humanitaria a la zona en crisis. Al respecto, el cardenal sostuvo que la guerra es el ‘‘gran sinsentido de la humanidad, es el fracaso de la razón y la ruptura del corazón... Dios nos dice: La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”.

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