Melania Monserrath es otra niña inocente que pagó con su vida el precio de vivir en un país con una Justicia corrompida, un Gobierno inoperante y una clase política a la que no le interesan los derechos de la ciudadanía. Su caso es un llamado para las instituciones de Estado, cuyas autoridades tienen perdida la cabeza hoy en otra cosa.
Si estaban más acá que allá, no habrían permitido que la misma persona que la manoseó a los 8 años y a la que condenaron a prisión por ello, regresara a vivir cerca de su casa.
La responsabilidad por la muerte de la niña no está determinada, pero mucho tiene que ver el Estado, cuyos sistemas de protección a víctimas tienen fallas constantes.
A un año de las municipales y a otros dos más, para las presidenciales, hay sectores del Gobierno que, mientras tanto, ya están anunciando a su candidato o aliados, en vez de concentrar sus esfuerzos en políticas que debían protegerla.
¿Por qué el juez no evaluó el peligro al que exponía a la víctima con su decisión?
Lo peor es que el victimario regresó como si nada al mismo domicilio donde fue vecino de la niña, siendo parientes.
Ahora no sabemos si el autor del crimen fue él, pero si volvía al mismo sitio que ella, por lo menos tenía que haber estado en libertad con tobilleras electrónicas.
¿Qué pasó de esta promesa del Gobierno? ¿Qué pasó de la plata para esto?
Claramente, en el crimen de la niña tiene responsabilidad la Justicia, el Poder Ejecutivo y el Parlamento.
Hay demasiado casos como este, pero nuestros gobernantes ya están más enfocados en la forma de llegar al poder dentro de uno o tres años, y no tanto en los ciudadanos.
La idea no es satanizar las campañas políticas. No está mal. Es parte de un proceso político. Lo que no está bien es que utilicen la estructura de gobierno para estos objetivos.
Tienen que haber un espacio para las necesidades de la gente, que son urgentes.
La ANR desde que empezó el mandato de Santiago Peña, cinco años antes de los próximos comicios, ya venía hablando del candidato de Honor Colorado para las elecciones del 2028.
Así también ya se están reagrupando los disidentes colorados que están en los espacios del Congreso, los gobiernos municipales y departamentales.
En general, los políticos ya están en modo activado de campaña política.
Mientras tanto, ¿cuáles son las garantías de que la niña asesinada en Caazapá reciba justicia?
El caso de la víctima de la que hablábamos al principio del comentario de esta edición, conmocionó a toda una sociedad.
Pero el fiscal general del Estado, la máxima autoridad del Ministerio Público, ni al tanto estaba en un principio.
¿No le habría dado importancia al tema? Fue un ninguneo absoluto y cuántas autoridades más estarían en la misma tesitura.
Es tan temprano para empezar la guerra electoral, cuando gobernar tendría que ser la prioridad todo el tiempo.
El país tiene la necesidad urgente de encontrar una solución vía política a la ola de inseguridad, el problema de adicción a las drogas, el alto índice de criminalidad y violencia, abusos sexuales a mujeres, adolescentes, niños y niñas, feminicidios. No hay secreto en esto, únicamente, es cuestión de voluntad política.
Lo mismo se aplica a todo lo que golpea el bolsillo, cuando ocurre una escalada de precios de los alimentos, productos de primera necesidad, el pasaje, el combustible y otros, en tanto se van quedando vacías las cajas de jubilaciones y siquiera elevan lo suficiente el salario mínimo.
¿Quiénes entonces van a establecer medidas de contención y dar solución real a los problemas del pueblo? Y sin embargo, ellos ya están a full con sus campañas políticas.