Hacer un “mea culpa” significa eso; quiere decir es “mi culpa”. Es lo único rescatable en medio de tantas autoalabanzas en su reciente discurso ante el Congreso. Su esposa y el Hospital Nacional de Itauguá no le dejaron mentir, ni siquiera se animó a medias verdades. No hace mucho fue al hospital, lloró con la esposa, prometió obras, y no se avanzó. El problema es que cuando hay enfermedad, al igual que hambre, la gente tiene prisa. No se puede esperar que se levanten sanciones internacionales ni que lleguen y maduren inversiones, como resultados de los viajes presidenciales a todos los rincones del planeta. Hay que tomar el toro por las astas. Así es como hacen los padres de una criatura que se enferma o que tiene hambre. No salen a buscar al exterior nuevas fuentes de ingresos. Primero, con lo que se tiene –es lo que Óscar Orué dice que falta, y le llama “mejorar la calidad del gasto”– se administra de la mejor manera posible lo que ya existe, porque la prioridad es salvar la vida de los parientes y dar de comer a los hijos.
De eso trata la economía. No se dejen engañar por los términos difíciles de entender, por “la búsqueda del espacio fiscal ni por la fortaleza de los fundamentos macroeconómicos”. Es “papo furado”, dirían Messer y Cartes en la camaradería sigilosa de algún quincho comiendo churrasco.
En el tema “Oikos” (de donde proviene la palabra “economía”), que se preocupa por los intereses del hogar, la prioridad es satisfacer de inmediato las necesidades básicas de los parientes, de los que comparten una misma casa, un territorio común, y una misma cultura, lengua, etc. Después viene todo lo demás. Así es como hicieron los menonitas. Primero dieron de comer a su gente en el Chaco y en sus colonias de la Región Oriental. Después se hicieron comerciantes vendiendo sus productos en Asunción. Se enriquecieron, pero, primero, dieron de comer a los de su casa. Esto ni huelen los “hermanos evangélicos” de la teología de la prosperidad, y los de “Dios, Patria y Familia” del movimiento HC del ex presidente. Como se repite siempre en los cultos protestantes en el día de la Santa Cena: “¿Están todos servidos, hay alguien que no esté servido aún?”. Esta es una prioridad más que religiosa. Primero se ve si todos tienen comida en su plato. Después se ora. No entienden la Biblia.
La economía no es la foto del equilibrio macroeconómico para que vean los que compran los bonos soberanos que se usan, en buena parte, para pagar subsidios y organizar torneos deportivos internacionales, para mantener felices a los nepobabies y planilleros, para dar empleo, sin trabajo, a los correligionarios corruptos, porque la plata que se recauda ya no alcanza para la voracidad de los que administran el Estado. Es fácil ganar elecciones con déficit fiscal y deuda pública creciente, ya llega a USD 19.000 millones, el 41% del PIB. Y sin resultados para la gente.
Yo me pregunto, y no sé cómo los empresarios no se preguntan. Cómo es posible que la economía crezca hace décadas y que más de 500.000 hogares paraguayos estén morosos con la ANDE. No pueden pagar su cuenta de luz. El ente público lanza a cada tanto una especie de Black Friday, correctamente, estoy de acuerdo, perdonando recargos financieros y fraccionando en cuotas la deuda acumulada. ¿No les llama la atención que el mismo ministro del MUVH diga que su Che Róga Porã no tiene el éxito esperado porque la mayoría de la gente a la cual está dirigido el programa está sobreendeudada y no puede pagar sus cuentas, están en Informconf? Alguien pues debe percatarse de que la narrativa del “estar mejor” no cierra por ninguna parte.
Con este escenario, y así como está actuando, la gerencia de la burocracia estatal del Paraguay, encarnada por Peña, en su reciente exposición, no tiene nada que hacer delante de las crecientes necesidades de vida o muerte que rodean a la gente común en materia sanitaria y alimenticia. El pueblo está sobreviviendo. La verdad es que, al igual que el primero, este segundo gobierno de Horacio Cartes no prioriza la vida de la gente. Solo importa el equilibrio monetario, cambiario y fiscal. Y seguramente, algún grado de impunidad para los mercados del crimen. Todos lo saben.
Porque este gobierno no le habla a la gente. Solo les habla a los poderosos. No le escucha a la gente común. Repito. Para un gobierno que no le habla a la gente de carne y hueso lo que importa es hablarles solo a los organismos financieros internacionales para renegociar las deudas y para aumentarlas. Ni más ni menos. Las inversiones endógenas pueden esperar. Ahora mismo, las deudas al sector vial y de construcciones para el Estado tienen alrededor de USD 120 millones de certificados de obras atrasadas. Ni hablar del pasivo CAPEX en generación, transmisión y distribución de energía, alcantarillado sanitario, escuelas, rutas, hospitales, etcétera, que se tiene retrasado. El déficit en infraestructura pública y social es enorme, estaría cerca de los USD 40.000 millones. Son más de 70 años de un solo signo político con pésimos estadistas. Nadie con una visión de gran trascendencia. El Kera Yvotý del Paraguay está postergado. No existe el sueño paraguayo. Nadie habla de ello.
Peña y Fernández Valdovinos, pese a los magros resultados concretos que han logrado –especialmente en salud y alimentos, y ni hablar de educación– en la calidad de vida de los paraguayos, son dos economistas formados en universidades de la Ivy League de los Estados Unidos. Ambos representan evidencias empíricas de que la economía real –no la de los modelos ni la limitada a indicadores macroeconómicos– trata, esencialmente, de relaciones de poder dentro de dialécticas de intereses en conflicto. Estas dimensiones son poco estudiadas y no se resuelven mediante el sistema de precios. Hay fallas de mercado, en el caso de Paraguay incluso autoinfligidas, que los policy makers las ignoran, o no son valientes para enfrentarlas. El ministro de Economía, seguidor de la teología de Chicago, dice que el sector privado por sí mismo y que la mano invisible del mercado, en forma mágica, van a traer las soluciones a las necesidades de la gente. En primer lugar, eso no acontece en la vida real, solo en las películas, como dice TNT. En segundo lugar, no actúan conforme al mercado. Que lo digan algunas banderas multinacionales de los combustibles, que están por irse del país porque el gobierno de Peña declama mercado, pero utiliza a Petropar como instrumento de su política monetaria para mitigar la inflación, con una especie de dumping político permanente. Han descapitalizado la compañía. En otro momento profundizaremos. Nadie piensa en ampliar la oferta de productos, capacitando al factor humano, con salud y educación, y generando nuevos empleos, y con eso sí, en forma más saludable, desafiar a la suba de precios, de lo que escasea. El malgasto de los recursos públicos es exagerado.
Muchas de las decisiones que ellos, SP y CFV, toman son soviéticas, en función de la nomenclatura de funcionarios públicos que tienen beneficios exagerados que, por cuestiones políticas, no quieren cambiar. Ejemplo, la Caja Fiscal plagada de regímenes jubilatorios con privilegios exorbitantes. La clientela política no les permite actuar con racionalidad. Para SP y CFV, el poder y la política son fuerzas irracionales que afectan la supuesta racionalidad de los actores económicos dentro del mercado, que ellos han estudiado con tanta excelencia, suponemos, en sus respectivas universidades, Harvard y Columbia. La mayor parte de las lecciones que aprendieron no sirven para nada, menos aún, en la mesa y en la salud física y mental de los paraguayos. Por eso el mea culpa, que debe ser de ambos. Están cautivos de la irracionalidad política del quincho.
Finalmente, como no tenía mucho que mostrar en estos primeros 24 meses, el mandato por encargo de Peña, en su segundo aniversario, hizo un discurso Interestelar , de película, donde el pasado era el futuro y el futuro era el pasado. Su horizonte temporal comenzó en el 2003 hasta el 2025 para mostrar grandes resultados en la disminución de la pobreza, del 48 al 20%. Es decir, rindió cuentas de varios gobernantes anteriores.
Habló de fortalecer la institucionalidad delante de un legislador que estaba orondo en la sala bicameral, que manejó el JEM defendido por Peña, con sospechas de no tener diploma de abogado, lo que obligó a su salida forzosa. Luego, al hablar de su gobierno en materia de obras públicas, sus indicadores, en vez de ser sobre lo hecho en el pasado, eran sobre más de USD 600 millones por obras que están en proceso licitatorio y en ejecución.
Repito, el presidente Peña cuando discursea confunde el pasado con el futuro y el futuro convierte en pasado. Una mezcla enfermiza. De hecho, como dije al principio, la salud no es su prioridad. Parecería que ni siquiera la propia, se lo ve cansado. Por ejemplo, justificó totalmente algo parecido a lo que los científicos llaman el síndrome de Wanderlust. Un trastorno caracterizado por un impulso irresistible a viajar o trasladarse de un lugar a otro, a menudo sin un propósito claro, sin resultados ni planificación alguna. Esperemos que el presidente esté sano y que no se nos enferme. Todavía tiene tres años por delante y puede tener una epifanía cambiando radicalmente su postura. Por qué no.
Aunque los colorados lo humillaron en el local partidario en el cumpleaños de Cartes agradeciendo a este que sea el verdadero poder en el Paraguay. Dijeron que menos mal que Peña se afilió a la ANR saliendo del PLRA para no ser un perdedor, y que mediante eso llegó a la presidencia, nada por méritos propios, ante la sonrisa complaciente del cumpleañero.
Particularmente creo que toda investidura presidencial merece respeto del presidente de su partido, de sus correligionarios, y sobre todo merece salud física y mental, como todo ciudadano paraguayo. Más aún, cuando ya hizo su primera mea culpa. Saludos cordiales.