Por Miguel H. López
Periodista y escritor
@miguelhache
Algo dolorido aún, nos atendió. El día anterior participó en la marcha por los DDHH y el efecto sobre la hernia que le tiene a palos le pasaba factura. No obstante, Alberto Rodas accedió a una conversación llena de recuerdos, proyectos y, por supuesto, política.
Cumple 30 años de carrera como cantautor y se dice pleno. La noche del lunes 2 de diciembre ofreció un concierto –homenaje a creadores y compositores– en la Alianza Francesa, desplegando un recorrido sobre su producción artística y la de otros, y compartiendo escenario con colegas que él considera compañeros en la tozuda tarea de hacer música. “Fue un acuerdo, una conspiración con los que colaboran con la cultura y la comunicación”, señala tratando de anclar alguna idea sobre aquello que fue posiblemente uno de los buenos conciertos nacionales en este 2013 que acaba.
Sin dejar de hablar recurrentemente de “lo concreto de la realidad”, como lo define, el artista surgido en los años duros de la dictadura stronista (1954-1989) explica que su largo recorrido iniciado en los 80, pasando por varios estilos, lo tiene hoy con mayores ganas de apostar al arte de crear-cantar como un mecanismo de afianzar los sueños de la gente. “El intento no es estar en una barricada y estar contestando las cosas de la política. Solo hacerse sentir como artista y unificar a la gente en un todo de alegría, de esperanza. Para eso, quiero que sirva el poco aguante que todavía creo que tengo”, aclara.
Marzo Paraguayo y Silvio
Mientras discurre por un torbellino de comentarios y anécdotas, recuerda como uno de los momentos marcantes en su vida, por lo sangriento, el Marzo Paraguayo (1999), donde fallecieron 7 jóvenes a manos de francotiradores en las plazas del Congreso. Allí estuvo cantando y resistiendo. Tampoco olvida cuando el cantautor cubano Silvio Rodríguez lo invitó a cantar a dúo en el litoral del río Paraguay, detrás del Palacio de López, en Asunción (1 de agosto de 2009). “Fue un hito importante y ojalá se repita”, menciona, expresando admiración hacia el trovador que “con la poesía y la guitarra generó uno de los mayores aportes a la revolución cubana, que resiste a un bloqueo económico de EEUU, por su intento de vivir soberanamente”.
Nueva banda
El concierto por los 30 dejó solo satisfacciones, expresa Alberto Rodas. “Nuestro show con ellos (Willy Suchar, Rolando Chaparro y otros) abrirá una nueva etapa de producción para mí", anticipa y agrega que –aparte de perfilarse una banda propia, latina y/o de rocanrol– está llegando La era de la luz, su nuevo disco con creaciones nuevas y viejas, “las más locas”, que no encajaban antes porque “buscaban una conexión especial”. Incorporará un blues a Willie King, rock eléctrico (alternativo y moderno), “diferente a todo lo de antes”, con una nueva versión de Brindis por tu libertad, uno de sus temas coreados en este género.
Explica que el título de su nuevo trabajo, busca contraponerse a La era del miedo, un libro que lanzó en el 2000 sobre el proceso humano primitivo y los sistemas dominados por la sociedad de clase. “El miedo está provocado por las falencias estructurales que hacen que uno padezca de la desesperación, del hambre, de la exclusión, del arma y del garrote”, sintetiza, y alude que la luz ayuda a romper esas cadenas y volver inmortal al ser humano. Pero se apresura en aclarar que “no es algo místico. Lo que hago son canciones, como dijo Fito (Páez)”.
Perfil
Alberto Rodas (4 de enero de 1964) es cantautor referenciado como uno de los exponentes del llamado Nuevo Cancionero, movimiento de contestación a la dictadura de Alfredo Stroessner. De igual modo tiene un importante sitial en la corriente creadora del rock nacional. El sello personal es la armónica, que lo acompaña en casi todas sus presentaciones. Su carrera artística está siempre asociada a la lucha social, con un alto contenido político. El referente inicial de su carrera es el argentino León Gieco, cuya creación admira. La conciencia de lucha le viene de su padre, Juan González Cristaldo, sindicalista de transporte público, exiliado en Buenos Aires. A los 15 creó su primera banda de rock con unos amigos. Participó en los festivales universitarios, donde tomó contacto con el Nuevo Cancionero, que canalizaba la movida antidictatorial en los años 80. Siempre solidario con las luchas por los derechos sociales y por la memoria, a lo largo de su carrera actuó junto a importantes referentes de la canción como Víctor Heredia, Silvio Rodríguez, Ricardo Flecha, Rolando Chaparro y otros. Prolífico creador, muchos de sus temas están cantados, pero no grabados.
Dónde están...
Rodas, uno de los cantautores más reconocidos por su cercanía a los sectores populares y por la vehemencia de sus posiciones políticas, porque se define “de izquierda, sin problemas”, explica que se siente “chiquitito, pero da gusto”, cuando escucha que “Dónde están” (dedicada a los desaparecidos por la dictadura), una de sus más emblemáticas creaciones, se usa como himno de protesta y de lucha por preservar la memoria de los años de terror para no repetirlos.
“Todavía hay muchos huesos que seguir desenterrando”, reflexiona, y espera que “cada año se estrenen nuevas canciones al respecto”.
El pasado y el presente
Siempre agradecido –porque dice creer que eso es lealtad a quienes tienden una mano–, Alberto reconoce que aprendió mucho identificándose con el Nuevo Cancionero, y nombra a Willy Suchar, a Rolando Chaparro “y a tantos otros”, que están desde el principio, “músicos con quienes venimos de conciertos, festivales, etc. Los que trabajamos bajo presión de la dictadura, ya delineando desde entonces la creación, la fusión de estilos y las producciones alternativas, populares, corrientes musicales, que seguimos haciendo”. Comenta que un compendio se tendrá en un DVD en vivo del concierto por los 30. “Como un homenaje a esos músicos que lo hicieron”.
Militancia
El creador de Pequeño Adrián, en homenaje a los niños nacidos en prisión bajo el stronismo, dice que lo asocian con la contestación política “por añadidura natural”. Alega que a John Lennon la mayor parte de la izquierda lo aceptó y lo quiso, “en ese sentido es una cosa medio religiosa, justamente para no perjudicar a ninguno, uno hace su propia batalla que es la música”, comenta finalmente.