Se podría decir que es un típico caso de retroceso a los tiempos de la dictadura de Stroessner, cuando se identificaba al partido con el Gobierno. Pero eso sería un gran error, porque en realidad nunca salimos de esa dinámica. El Estado son ellos, y hoy más que nunca lo tienen secuestrado.
En la sesión extraordinaria de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana (ANR), el presidente de la República, Santiago Peña, agradeció a los colorados de ambas cámaras del Congreso y de paso presentó sus planes de gobierno. Dijo que su plan tiene tres ejes: la reducción de la pobreza, el crecimiento económico inclusivo y dejar atrás esa imagen de “isla rodeada de tierra”, que inmortalizó el escritor Augusto Roa Bastos.
Lamentablemente, el presidente no aclaró si la reducción de la pobreza sería solo la de los colorados. Tampoco fue muy específico sobre el crecimiento económico de cuál sector buscan exactamente, ¿no sería el de los privilegiados okupas VIP con mansiones con vista al río Paraguay? Porque, a juzgar por sus lujos, la economía de esos ya está bastante crecidita…
Peña, obviamente, tuvo algunas palabras para sus ministros, y a estos les recalcó que no los quiere ver en sus oficinas, sino que los quiere ver recorriendo todos los rincones del país para conocer las necesidades de la gente.
Según el discurso de Peña, quieren cambiar la imagen del Paraguay. Yo, desde mi ignorancia digo que, para comenzar, podrían haber presentado su famoso programa de gobierno en el Palacio de Gobierno, como para dar una imagen un poco más institucional y de país serio, pero bueno, qué sabré yo.
Lo más divertido (¿?) vino al terminar la sesión, cuando el diputado Yamil Esgaib hizo hurras a los gritos, hurras al Partido Colorado, en medio de una concurrencia de ministros, dirigentes, intendentes y otras autoridades.
“Somos la envidia de la oposición y de la prensa maldita que nos persigue. ¡Viva el Partido Colorado, Viva Horacio Cartes!”, vociferó el parlamentario.
Visto desde afuera, se ve como una grosería, y no logro imaginar lo vergonzoso que debe ser tener que ir a una reunión partidaria como aquella si sos un ministro más o menos serio, un profesional; realmente es triste y patético. Por cierto, estuvieron ahí todos los ministros, incluidos el de Relaciones Exteriores y el de Educación. ¡Qué desgracia!
Puedo solamente especular, por cierto, que el rencor del diputado demostrado en la alusión a la prensa tuvo un poco que ver con lo que sucedió en aquellos días previos a la sesión de la Junta de Gobierno. Se trata de cierto documento filtrado y que fue calificado de espurio por los oficialistas.
El famoso documento señala una serie de lineamientos del Gobierno de los Estados Unidos, una especie de hoja de ruta para que Santiago Peña encare acciones concretas en el combate contra la corrupción y en varios puntos se habla del ex presidente Cartes.
Al parecer, lo ponen a Peña entre la espada y la pared, pues debe elegir entre fortalecer su alianza estratégica con EEUU o Cartes, su mentor político que lo ayudó a llegar al Palacio de Gobierno. El documento filtrado menciona que Cartes dirige lo que es esencialmente una maquinaria partidaria, canalizando fondos públicos y apoyo a candidatos que respalden al partido y asegure su capacidad para controlar los niveles de poder del país.
El horno no está para bollos, o como decimos por estos lares, haku la yvy. El país tiene problemas graves que no se van a resolver con pipus y hurras al partido, y mal que les pese, la prensa maldita va a seguir sobre sus pasos, controlando e informando porque, a diferencia de ellos, la prensa sí hace su trabajo.