Hace veinte años, Felicita Estigarribia, una niña de 11 años que vendía mandarinas en Yaguarón, fue hallada muerta con indicios de haber sido abusada sexualmente. El culpable nunca fue encontrado por la Policía y el crimen de la niña sigue impune.
Felicita vivía en la ciudad de Yaguarón, en el Departamento de Paraguarí, provenía de una familia pobre, cursaba el primer grado en una escuela ubicada cerca de su casa, donde residía con su madre y dos hermanos menores que ella. Aquel 31 de mayo, en horas de la siesta, la pequeña salió de la casa a vender sus mandarinas y ya no volvió a su hogar. El 1 de junio, en el cerro Yaguarón, una persona que vendía yuyos encontró a la niña en el lugar. Según el médico forense, la pequeña fue víctima de violación y la causa de muerte fue determinada como asfixia por sofocación.
Hoy, en el sitio en donde fue encontrada Felicita hay un nicho en su memoria y en el aniversario de su muerte se conmemora el Día Nacional de Lucha contra el Abuso Sexual y Todo Tipo de Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes; sin embargo, muy poco hemos avanzado como sociedad, y escasos han sido los esfuerzos y logros para erradicar los abusos en contra de los niños en nuestros país.
Los datos oficiales así lo confirman. La Plataforma de Datos Abiertos del Ministerio Público reporta que, de enero a abril de este año, se registraron un total de 6.266 casos de vulneración de derechos contra niñas, niños y adolescentes, de los cuales 1.014 corresponden a abuso sexual. En el 90% de los casos, el abuso ocurre en el entorno familiar.
La realidad es aterradora.
En los últimos cinco años se registraron un total de 18.423 casos de abuso sexual infantil y solamente en 2023 se cuentan más de 4.000 víctimas, lo que equivaldría a señalar que en el Paraguay, un niño o niña sufre algún tipo de violencia sexual cada dos horas. Las zonas con más denuncias son Central, Alto Paraná y Asunción.
Toda esta información recopilada y que será mencionada y debatida como cada año, al recordar a Felicita, debe servir para algo más, debe despertar las conciencias de las autoridades y motivarlas a la acción, porque resulta más que evidente que no se está haciendo lo suficiente para proteger a la niñez.
No caben dudas de que se deben redoblar los esfuerzos para mejorar la gestión; es un hecho que actualmente hay más denuncias, pues también hay más conciencia de lo que significa el abuso de niños y niñas, pero queda claro que los casos no disminuyen y que estamos lejos de erradicar este deplorable crimen.
A la vista están los casos que a diario reportan los medios de comunicación, de niñas pequeñas abusadas por algún integrante de su entorno familiar, como el de la niña de 13 años que fue sometida a una cesárea en el Hospital Distrital de Minga Guazú, Alto Paraná, por un embarazo que fue producto de un abuso sexual; o el caso de la pequeña de diez años que sigue en estado crítico después de haber sufrido agresión sexual, en el Departamento de Itapúa.
Dice un proverbio africano que hace falta una aldea entera para educar a un niño, de la misma manera debemos decir que, como sociedad, no estamos asumiendo la responsabilidad de asegurar el cuidado y la protección de nuestros niños y niñas. Falta compromiso, mayor involucramiento, y hacer más presión sobre las instituciones para que estas cumplan con su función. Porque debemos recordar, cada día del año, que el crimen de Felicita sigue impune.