A propósito de esta IX Semana de la Energía, en su informe “Panorama energético de América Latina y el Caribe”, la Olade destaca que la “generación eléctrica renovable alcanzará cerca del 68,6% de participación este año, con un aumento de casi cinco puntos porcentuales con respecto al año anterior, consolidando la tendencia hacia una matriz energética más verde”. “Las energías renovables no convencionales (ERNC), como la solar y la eólica, han experimentado un crecimiento destacado en capacidad y generación, con un notable aumento de 30% en el año 2024”, subraya el reporte, como consecuencia especial de “los esfuerzos de electrificación, que aumentará su oferta en un 3,2% en la región”.
Sin embargo, “en la matriz de consumo final de energía, los hidrocarburos (gas natural y derivados de petróleo) representan más del 60% de total, condición que se ha mantenido casi invariante durante la última década”. “Le siguen en importancia la electricidad con una participación del 19% y la biomasa con una participación de alrededor del 14%. La biomasa está principalmente representada por la leña, el bagazo de caña y los biocombustibles líquidos”, informa el texto.
Esta realidad se percibe, por ejemplo, en Paraguay, donde, según datos del Viceministerio de Minas y Energía (Balance Energético Nacional), en el 2023 la estructura por energético del consumo final de energía muestra que el 40% son derivados del petróleo, el 38% biomasa y apenas el 22% electricidad. Sin embargo, Paraguay es un país donde se produce 100% de energía eléctrica limpia y renovable, pero esa energía no es completamente aprovechada en nuestro país.
A nivel regional, la Olade nos recuerda que “la oferta total de energía en la región ha aumentado un 2,2%, mientras que el consumo final energético ha crecido un 3,8%, impulsado por un crecimiento del producto interno bruto (PIB) promedio del 3% en América Latina y el Caribe”. “Por otra parte, a pesar de que la producción de petróleo ha crecido por cuarto año consecutivo, impulsado por el aumento de las exportaciones, el consumo de derivados ha mostrado una leve caída, lo que apunta a cambios estructurales en los patrones de consumo energético en la región. El gas natural también ha registrado un leve incremento, impulsado en gran medida por su uso en la generación eléctrica”, refiere la Olade.
El informe añade que la producción de carbón, “tradicionalmente una fuente importante para algunos países, ha sufrido una caída importante del 20%, en consonancia con los esfuerzos globales por reducir las emisiones de carbono”. En contraste, “la eficiencia energética (EE) aún no ha mostrado una recuperación sólida tras la pandemia, lo que representa un área de oportunidad para las políticas públicas y las inversiones futuras”.
Un dato escalofriante para mí es el referente al acceso a la energía, porque “17 millones de personas en la región siguen sin tener acceso a servicios energéticos básicos, lo que refleja que los avances en este campo no han sido suficientes para cerrar completamente esta brecha de acceso”. ¡Ese número es casi tres veces todo Paraguay!
A propósito, mientras en esta tierra guaraní están a la orden del día las contrataciones sin méritos, la baja representación parlamentaria, los ataques constantes a la prensa (gestos obscenos incluidos provenientes de tránsfugas irreparables), la inseguridad, la falta de salud pública y educación, el cambio climático expone cada vez más sus efectos, con una sequía extrema por estos lares. Entonces, hay menor producción en las binacionales, y pérdidas en un país que depende del río comercialmente, con menos ingresos a las arcas del Estado, esas famélicas y enjutas que no dan abasto para las necesidades de la población y la insaciable politiquería nacional. Hace rato que las autoridades deben ocuparse más en asuntos de Estado y no en temas personales, y menos aún en aquellos que se encargan de degradar más nuestra maltrecha democracia, pero eso es lo que quieren parece.