La capital tiene un intendente ausente y la ciudadanía ya muestra abiertamente signos de hartazgo por la gestión de Óscar Nenecho Rodríguez. Recientemente una multitud lo abucheó cuando asistía a un concierto, y ese es un mensaje a ser tenido muy en cuenta.
Las más recientes críticas tienen que ver con la publicación sobre los elevados salarios de funcionarios en la Comuna, que son priorizados por encima de las obras de infraestructura, pese a que Asunción tiene tantos déficits en este aspecto. La capital de un país en pleno siglo XXI prácticamente carece de desagües pluviales y en los días de intensa lluvia y tormentas las calles y avenidas siguen siendo una trampa moral.
Según el reporte oficial, en la Municipalidad de Asunción se gastaron G. 677.588 millones en pago a funcionarios en 2022, lo que equivale al 60% del presupuesto de ese año. Por el otro lado, para trabajos de infraestructura apenas usaron G. 77.427 millones, cifra que representa apenas el 9% del total de presupuesto para ejecuciones de obras.
Una de las referencias más evidentes de una gestión deficiente es el estado de las calles. En casi dos años resulta escandalosa la cantidad de baches en calles y avenidas. Los cráteres que florecen representan un verdadero peligro para los automovilistas.
Otra de las grandes falencias es la falta de desagüe pluvial. En Asunción la cobertura total de desagüe pluvial apenas llega al 23%, según datos de la misma Comuna. En cuando a los indicadores de cobertura de alcantarillado sanitario con redes cloacales, han llegado apenas al 14,3% y la cobertura de los sistemas de tratamiento de alcantarillado sanitario solo al 4,2% de la población.
Asunción creció de manera desordenada, y en ese anárquico proceso con una ausencia total del gobierno municipal para planificarlo se fueron, entre otras cuestiones, taponando los arroyos que recorren la ciudad. Por eso, sumado a la falta del desagüe, cuando llueve intensamente y por mucho tiempo, estos arroyos que eran un patrimonio ambiental de Asunción buscan por dónde fluir libremente.
Toda la ciudad se ha visto invadida por edificios, para ello se ha cambiado de manera interesada e irresponsable el Plan Maestro, que era la única hoja de ruta que se tenía. A través del mismo procedimiento se ha dado vía libre a la construcción de estaciones de servicio. Solamente en el año 2022 en Asunción se anunciaron 27 proyectos de construcción de estaciones de servicio, lo que representó un crecimiento del 23%; y lo más grave es que con una medida cautelar se dejó sin efecto el requisito de la distancia mínima de 1.000 metros entre una estación y otra. Por eso la capital es territorio de estaciones de servicio. Esta es una de las situaciones más preocupantes y que no encuentra una respuesta de parte de la administración municipal, que sigue indiferente a las preocupaciones de la ciudadanía.
Ni siquiera con datos la Intendencia ha parado la peligrosa expansión. Es sabido que en los últimos años fueron detectadas en aguas subterráneas infiltraciones de tanques de combustibles. Un estudio de la Facultad de Ingeniería UNA, del año 2018, revelaba la presencia de aditivo de combustible en el acuífero Patiño. Las fuentes de contaminación analizadas fueron las estaciones de servicio existentes en el área de reserva, y en torno a esta se buscaron los lugares de captura de agua, pozos de entre 80 y 180 metros de profundidad. El Ministerio del Ambiente traslada la responsabilidad a los municipios, y estos hacen lo que quieren.
Está claro que el intendente no tiene una varita mágica, pero la ciudadanía merece que al menos intente conocer los problemas que le preocupan y haga todo lo posible por dar a los asuncenos la calidad de vida que merecen.
