09 dic. 2025

El matiz stronista

El informe del presidente ante el Congreso ya quedó lejos, ahora nos estamos preparando para viajar ya otra vez. Esta vez, el presidente irá a Inglaterra, a saludar a Carlos III, y después, dizque lo invitaron al Rally Mundial en Jyvaskyla, Finlandia. Yo no tengo ningún problema en confesar que le tengo una negra envidia, ni recuerdo cuándo fue la última vez que subí a un avión… ¡Lo que uno se pierde por andar trabajando!

De todas maneras, tengo un par de cosas que decir sobre el famoso informe presidencial.

Sobre lo dicho por el titular del congreso, Basilio Bachi Núñez, cuando opinó respecto a las críticas de la oposición hacia Peña dijo el senador colorado-cartista que es gracias al presidente que un millón de niños tienen un almuerzo en su mesa, refiriéndose a Hambre Cero.

Eso es inexacto y ni siquiera se acerca a la verdad, ya que lo (poco) que ha hecho Santiago Peña, en su calidad de presidente de la República, lo hizo con dinero público.

Hambre Cero se quedó con los recursos que eran de Fonacide y esos millones de dólares de Fonacide, los millones anuales que recibe Paraguay por la venta de excedentes de energía de Itaipú al Brasil, definitivamente no salieron del bolsillo de Santiago Peña. Lo mínimo que debe hacer un presidente es usar racional y responsablemente los recursos que tiene el Estado y no tenemos por qué andar deshaciéndonos en agradeciemientos cada vez que hace su trabajo.

También les quería hablar del otro informe.

Una semana antes de ir al Congreso Nacional para cumplir lo que manda la Constitución Nacional, el presidente compareció ante la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana (ANR), Partido Colorado a leer su informe de gestión.

Aquella tarde invernal, Santiago Peña puso al partido por encima del Estado. La Constitución le obligaba a rendir cuentas ante uno de los poderes del Estado paraguayo, el Legislativo, pero él primero fue a rendir cuentas ante el presidente de su partido.

Y, como si eso no fuera suficiente, comenzó aquel día su perorata con una velada amenaza, que además encerraba un oximorón: “Queridas correligionarias y queridos correligionarios”, dijo, “hay coloradismo para rato por el bien del Paraguay”.

Lamentablemente, ninguna crítica impidió que Peña reeditara la nefasta liturgia stronista.

Recordemos que el Partido Colorado fue uno de los pilares de la larga y sangrienta dictadura de Alfredo Stroessner y precisamente la identificación del partido con el gobierno sería uno de los grandes obstáculos que el Paraguay no ha logrado superar. Mencionemos de paso, otro desafortunado gesto stroniano, ese que vimos el pasado sábado en la Junta de Gobierno de la ANR: El besamanos al cumpleañero donde se repitió el ritual del festejo de cumpleaños de Stroessner.

En la Junta de Gobierno, Peña se deshizo en halagos, adulación y zalamería. En el Congreso Nacional dijo clarito los nombres de sus adversarios: La prensa, y la oposición, bueno, habló de la izquierda trasnochada, exactamente como lo hace a diario la ultraderecha latinoamericana.

De ese mensaje ante el Congreso Nacional resulta preocupante el tono agresivo, arrogante y tan en contra de la prensa.

La actitud me recordó aquella vez que al dictador Stroessner no le gustó que Última Hora publicara este titular: “La nafta más cara del mundo”, como publicó ÚH en su tapa el sábado 2 de junio de 1979. Semanas después, una resolución firmada por el ministro del Interior de la dictadura, Sabino Augusto Montanaro, disponía la “suspensión por el término de 30 días” del diario Última Hora, por publicar artículos que buscaban “desestabilizar” al Gobierno.

Las dictaduras y los autoritarismos tienen la mecha corta para la libertad de prensa y de expresión y son todas iguales, no quieren periodismo, solo relaciones públicas.

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