Aquel 21 de setiembre del 2015, en coincidencia con el Día de la Juventud y el inicio de la primavera, los jóvenes universitarios levantaron su voz para pedir el fin de la corrupción y una mayor transparencia en la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Una investigación del diario Última Hora había desnudado una serie de irregularidades dentro de la principal casa de estudios a nivel país y que apuntaban a Froilán Peralta, ex rector de la UNA.
Las informaciones que se dieron a conocer guardaban relación a la contratación de parientes y otras personas con rubros de docentes, sin que estos cuenten con título habilitantes para ejercer la docencia, lo que causó gran indignación del estudiantado e incluso de docentes y funcionarios.
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Las manifestaciones se extendieron por varios días y las distintas facultades de la UNA fueron tomadas por los estudiantes, quienes se quedaron a acampar y a impedir la quema de archivos, como ya había ocurrido mientras una multitud rodeaba el Rectorado y la ex jefa de Talento Humano, María del Carmen Martínez, se puso a comer papeles relacionados al escándalo.
El escándalo salpicó a 10 decanos de las 12 facultades que componen la UNA y que se vieron obligados a renunciar, en medio de la presión estudiantil y un gran sentido de patriotismo de los estudiantes para intentar cambiar de raíz la corrupción institucional de la histórica casa de estudios.
La gran hazaña estudiantil había acaparado todas las noticias y la resistencia de los estudiantes de la UNA había logrado incluso la adhesión de jóvenes de universidades privadas, la empatía de empresas que donaban agua, comida, yerba y un sinfín de productos para no enflacar aquella lucha que enorgullecía a todo un país.
Froilán Peralta no tuvo otra que presentar su renuncia el 25 de setiembre, ya que la lucha estudiantil se endurecía y cobraba mucho más fuerza a nivel país, extendiéndose por meses e incluso años en busca de una mejor educación y contra la corrupción.
Calificado por Juan Carlos Galaverna, en una sesión del Senado, como un “Ferrari” por su supuesta alta formación académica. Una expresión que denotaría, a criterio de los estudiantes, la protección que tenía Froilán de parte de un sector poderoso del Partido Colorado.
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El ex rector fue hallado culpable por un perjuicio patrimonial de G. 1.154.401.733 contra la UNA. También estaba procesado por el delito de inducción, pero el Tribunal de Sentencia, presidido por Victoria Ortiz e integrado por Pedro Nazer y Rilsy Ortiz, decidió absolverlo por este hecho, a causa de la prescripción.
Ya el 18 de setiembre pasado, casi ocho años después del inicio de la causa, la jueza Silvana Luraghi ordenó su detención, en cumplimiento de la sentencia definitiva condenatoria del 8 de agosto del 2022, revocando con ello las medidas alternativas a la prisión preventiva que pesaban en su contra.
Finalmente, Froilán Peralta se entregó este jueves para cumplir una pena de tres años de prisión, por lo que se aguarda la disposición del Ministerio de Justicia para saber a cual penitenciaría destina al ex rector.
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La otra procesada en la causa, María del Carmen Martínez, conocida como “La comepapeles”, fue condenada a tres años más seis meses de cárcel por estafa y ya se encuentra en la cárcel del Buen Pastor cumpliendo su condena.
La misma fue hallada culpable de quedarse con parte de los salarios de Umelio González y Enrique Cuevas, cuando se desempeñaba como directora de Talento Humano.
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Otros procesados por el caso
Otras 46 personas también fueron acusadas en el marco de la causa por cobro indebido, producción, estafa y apropiación. Todos ellos aparentemente operaban bajo el esquema de corrupción encabezado por el ex rector Froilán Peralta.
También fueron imputados por cobro indebido de honorarios Ruth Tatiana Caballero Izquierdo, María Ester Villagra, Silvana González Noguera, Jésica María Estigarribia, Jorgelina Noemí Izquierdo Sosa, Jorge Giménez Paredes, Érica Johana Patiño, Gladis Izquierdo Sosa, Aida Medina Insfrán, Nélida Cogliolo y María Orué de Gómez.
La lucha estudiantil continúa
Si bien hubo un cambio de autoridades, la UNA aún necesita de una reforma profunda, actualizar las mallas curriculares de diferentes carreras, incluso renovar sus consejeros, mejorar la infraestructura y el salario docente.
Los jóvenes lucharon todo el 2015, interrumpiendo las clases casi todo lo que restaba de ese año para cambiar el marco legal de la UNA y asegurar una mayor participación estudiantil en todos los estamentos, lo que no se logró.
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Pero la lucha de los jóvenes siguió, en busca de una educación gratuita y de calidad y fue así que en el 2021 se logró la aprobación del arancel cero para las universidades públicas, siendo esta una de las grandes victorias del estudiantado.
Sin embargo, la UNA aún necesita de un mayor presupuesto para seguir sosteniendo las diferentes facultades, entre ellas la de Medicina, que mantiene el Hospital de Clínicas, considerado como uno de los más importantes por la atención que brindan.
La lucha estudiantil continúa en pos de que cada joven del país que quiera estudiar pueda hacerlo, sin tener que dejar atrás a su familia para venir a la capital, o bien, no pueda estudiar algunas carreras por no tener los recursos. La lucha estudiantil continúa.
