07 jul. 2025

El fin del largo siglo estadounidense

El 2 de junio del 2025 un artículo del Foreign Affairs, que aparece como edición de julio/agosto 2025 comienza con el título, en inglés, expuesto en la frase que encabeza este artículo. Inspirado en esta sentencia, me dispuse a investigar al respecto.

En primer lugar, la influencia estadounidense en el mundo todo, que dicen estarse desvaneciendo, puede calificarse como un ejemplo exitoso de lo que –el recientemente fallecido en mayo del 2025– Joseph Nye denomina como soft power, que no necesita traducción.

En segundo lugar, recordando mi niñez, con la TV en blanco y negro –e imitando el modo cowboy de Bonanza , el far west de la tarde a la vuelta de la escuela, también admirador de la serie Combate , que pasaba por las noches, sobre la Segunda Guerra Mundial–, pude entender la teoría de Nye: “La seducción siempre es más efectiva que la coacción, y valores, como la democracia, los derechos humanos y las oportunidades individuales, son profundas influencias, difíciles de resistir”. (Se recomienda a aquellos lectores que se identifican con los programas de TV citados más arriba que se sometan a exámenes médicos periódicos con sus respectivos geriatras). Estamos acercándonos a los cien años de la hegemonía norteamericana all over the world, y debemos cuidar la salud de quienes hemos sido sus fieles seguidores por más de medio siglo de vida. Incluso, como en mi caso, habiendo desarrollado una carrera ejecutiva en la empresa multinacional que es el máximo símbolo de la cultura estadounidense y su estilo de vida: En el rubro de las bebidas gasificadas alrededor de todo el planeta.

Era la victoria del capitalismo norteamericano, en la batalla cultural, en plena Guerra Fría, sobre el comunismo de la URSS. En el siglo XX, el gran país del Norte podía cambiar los sistemas globales y la correlación de fuerzas internacionales con relativa facilidad; al mismo tiempo, tenía una enorme capacidad de destruir militar y económicamente a cualquier otra nación. La capacidad que tenía EEUU para transformar el sistema internacional, imponer el dólar como moneda de reserva de naciones, de comercio global y de acumulación de riqueza de empresas y particulares, ha disminuido en términos relativos versus el siglo pasado. La capacidad de destrucción del resto del mundo continúa intacta.

Es muy probable que Trump esté buscando deliberadamente debilitar al dólar, incluso forzando una recesión controlada por las razones que expuse en estas mismas columnas, hace poco tiempo, sobre el “nuevo orden monetario internacional”. Lean el artículo en ÚH del 17.03.2025, titulado entre comillas. El objetivo es el de mitigar los desequilibrios externos, en especial en su balanza comercial y de cuenta corriente versus las demás naciones, cuya etiología es el dólar sobrevalorado que históricamente ha sido una constante.

Para responder sobre el Why the American Century , título de su libro, el historiador francés americano Olivier Zunz tiene una lista de razones. Esta hegemonía estadounidense se fundamenta en cinco pilares, dice, que son la capacidad de producción en masa, los métodos de gestión cuantitativos y de psicología social para gerenciar empresas e impactar en los mercados, los procesos de innovación fuertemente financiados y dirigidos por el Estado internalizando riesgos y distribuyendo beneficios sociales, la industria cultural que difunde valores y estilos de vida incluyendo a Hollywood como ejemplo y, finalmente, la filantropía de sus hombres de negocios que financia investigación y desarrollo, universidades, etcétera. De este pentágono estratégico deriva la hegemonía moral y económica de los Estados Unidos. Esto constituye el soft power. Me gusta. Independientemente del poderío militar y puramente económico que, en la dimensión internacional, también acompañó a los Estados Unidos. Sigamos.

El gobierno de Trump estaría acelerando el proceso de debilitamiento estadounidense. No solo buscando que el dólar pierda valor, también combatiendo a algunas instituciones que hicieron grande a la nación del norte; ejemplos, los ataques a las universidades. Claro, China está hoy en el mundo también retando el poder de los EEUU. Ya hubo periodos anteriores cuando algunos autores, que fallaron, pensaban que USA estaba perdiendo hegemonía, por ejemplo, contra el Japón, lo que después no aconteció. Reagan recuperó el poder de los Estados Unidos y nos prometió que el mercado iba a salvarnos. En el 2008 esa narrativa quedó desautorizada. La crisis financiera que se trasladó al sector real exigió el rescate de muchas empresas por parte del Estado. Y así nos fue. Luego vino la pandemia en el 2020 y los recursos estatales para el desarrollo de las vacunas fueron de nuevo fundamentales.

Hubo un desmantelamiento de la industria manufacturera en los Estados Unidos. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial ellos fabricaban el sesenta por ciento de los bienes producidos en el mundo. Hoy es el dieciocho por ciento. Caída brutal. Nuevos competidores, mucho más eficientes. No es solo China, están Singapur, Vietnam, India, Turquía, etc. Trump aprovechó bien este hallazgo para hacer su propaganda en la campaña electoral. Make America Great Again, MAGA. Pero, oh sorpresa, la herramienta fue el proteccionismo, conspirando contra el libre mercado internacional. Las tarifas causaron conmociones mundiales.

En este mundo que a veces se parece bipolar, y que en otros momentos se vuelve multipolar, el posicionamiento de Paraguay no puede ir de fracaso en fracaso. No podemos pretender ser respetados encarando una única estrategia de deshacer sanciones internacionales. Y nada más. La grandeza de un país no está dada por la dimensión de su territorio. Está dada por la fortaleza de sus raíces morales. No podemos seguir siendo el epicentro del narcotráfico de paso hacia la mocro maffia europea.

No pudimos ni participar de la asunción al mando del presidente estadounidense en enero del 2025. Lo vimos por televisión. Lamentable. Luego fracasamos en el nombramiento de nuestro canciller como secretario de la OEA, aliados a Estados Unidos, pero desalineados de nuestros vecinos con quienes debíamos haber hecho un grupo cohesionado, Brasil, Uruguay, Chile y Bolivia; quienes se abroquelaron alrededor de un candidato caribeño.

El modelo pendular, que es el más conveniente para países pequeños en el posicionamiento geoestratégico para alcanzar nuestros objetivos geopolíticos nos falló, por haber tenido miedo y por nuestra cultura colonial. Nos alineamos muy inocentemente con, solo, uno de los centros gravitacionales a los Estados Unidos, Israel, Taiwán y olvidamos algún guiño hacia países muy importantes, más cercanos, y también pendulares, como Brasil, que quiere ser también un actor relevante dentro de un nuevo mundo multipolar, que posee a la región amazónica, el pulmón del mundo, para negociar su protagonismo internacional. Sonamos. A pesar de los viajes del presidente y de sus prioridades que, aparentemente, apuntan a desagravios alrededor de sanciones relacionadas con la Ley Magnitsky, no estamos en el radar de los grandes jugadores. No anduvo la estrategia. Hoy seguimos desorientados.

La realidad actual es que los Estados Unidos no consiguen más moldear el sistema internacional como ellos quieren o como era antes. En realidad, si vamos por la población mundial, sobre 7,8 mil millones de personas, de cada cien habitantes, 60 viven en el Asia, ojo con esto. Luego, 9 viven en Sudamérica, 11 son europeos, 5 son norteamericanos y 15 son del África. Demográficamente, los asiáticos pesan más que el resto del mundo. Económicamente también. Por tanto, cambiar esta nueva correlación de fuerza y poder no es tan fácil, menos aún con un soft power que se ha venido enflaqueciendo. Si alguien tiene hoy este tipo de poder en modo creciente, la China es el ejemplo. Se está convirtiendo en un actor ascendente, posicionándose como un aspiracional cultural de innovación, economía del conocimiento, producción masiva, vehículos eléctricos, games, desarrollo tecnológico y urbano high end, etc.

Mientras tanto, como parte del debilitamiento del poder estadounidense, el hecho de que Trump sea bastante autoritario deja dudas sobre la fortaleza de la democracia estadounidense que también está en retroceso. Mientras que en USA hay una democracia cada vez más pareciéndose a pura fachada, en el Brasil; sin embargo, el ex presidente Bolsonaro está por ir a la prisión porque supuestamente ya hay pruebas contundentes de que comandó operaciones golpistas. En Argentina, lo mismo, la Sra. Cristina de Kirchner también está por ir a la cárcel, quizá domiciliaria, por hechos de corrupción. El imperio de la ley está funcionando.

El futuro del mundo será decidido en medio de tres grandes conflictos. Paraguay tiene algo de intereses específicos el primero de ellos, China versus Taiwán. El segundo conflicto es el de la disputa entre la Palestina de Hamás e Irán y sus aliados musulmanes versus el Estado de Israel. El reciente ataque de Israel a Irán, y las retaliaciones consecuentes, liquidando a científicos nucleares y jefes militares, reenciende la guerra. El tercer conflicto es la guerra entre Rusia y Ucrania. El único país que tiene intereses e involucramiento en los tres conflictos es Estados Unidos. China tiene intereses mayores y menores solo en el tema de Taiwán y algo con Rusia en contra de la Ucrania.

En el tema de Taiwán, los Estados Unidos tienen tres opciones. No hacer nada, hacer algo e ir a una guerra contra China, lo que puede ser apocalíptico y catastrófico para todo el mundo, el fin de la historia, o negociar con China una repartija global donde cada parte –China, Rusia y los Estados Unidos– se quedan con un área de influencia sin meterse en la zona de la otra parte. China se queda con Taiwán. Rusia vence y maneja el heartland, el núcleo de la Eurasia, en el corazón del mundo, la zona de Ucrania. Y Estados Unidos, si puede, avanza sobre Groenlandia, adquiere más poder sobre el Canal de Panamá y sigue manejando a Sudamérica como su patio trasero, tal como lo viene haciendo desde hace mucho más de medio siglo.

Habrá que vivir lo suficiente como para ver y saber si estamos o no en el final del largo siglo estadounidense. Una era de progreso que se inició al finalizar la Segunda Guerra Mundial, allá por 1945. O, si estamos cerca de una tercera guerra mundial, de destrucción atómica, el fin de la humanidad, tal como hoy la conocemos. Que Dios nos acuda. ¡Saludos cordiales!

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Laura Ruiz Díaz – laura.ruizdiaz.txt@gmail.com