16 jul. 2025

“El Estado no tiene conciencia de la cultura”

Este mes de octubre el PEN Club Paraguay cumple 80 años de su creación. Su actual presidente, Víctor Jacinto Flecha, reflexiona sobre el aporte de esta institución en la defensa de la libre expresión de los escritores y artistas y reclama al mismo tiempo la falta de políticas culturales.

Brigitte Colmán
@laolman

Fundado el 1 de octubre de 1943, el Centro PEN Paraguay, congregó a las más importantes figuras de la literatura de la época. El país vivía –cuando no– bajo una dictadura militar y el mundo era testigo de la Segunda Guerra Mundial.

La organización conocida como PEN International se inició en Londres, en 1921, y el nombre fue concebido como un acrónimo: Poetas, ensayistas, novelistas”, luego ampliado a poetas, dramaturgos, editores, ensayistas y novelistas.

En Paraguay, utilizando el disfraz de una cena de “confraternidad literaria”, 29 figuras de la intelectualidad conformaron la primera comisión directiva: Arsenio López Decoud como presidente; Augusto Roa Bastos secretario-tesorero y como vocales: Hérib Campos Cervera, Carlos R. Centurión, María Concepción Leyes de Chávez, Víctor Morínigo, José Concepción Ortiz, Hipólito Sánchez Quell, José S. Villarejo y Néstor Rivero.

Otros fundadores fueron: Josefina Plá, Juan E. O’Leary, Juan Carlos Moreno González, Julio Correa, Viriato Díaz Pérez, Guillermo Enciso Velloso, Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Antonio Ramos, Facundo Recalde, Manuel Riquelme, Luis Ruffinelli, Ida Talavera, Dora Gómez Bueno de Acuña, entre otros.

Hace 80 años logró reunir a varias generaciones de escritores, la generación de 1900, al grupo más joven de la época conocido con el nombre de generación del 40 y la promoción de intelectuales de 1923; las diferencias de edad e incluso ideológicas no pesaron más que la causa de la libertad y la libre expresión de la palabra.

“Se fundó en una época muy difícil en Paraguay”, dice su actual presidente Víctor Jacinto-Flecha. “No hay que olvidar que en 1943 Morínigo todavía estaba con los alemanes. Acá había una ley de prensa; había alguien que iba a todos los diarios a revisar absolutamente todos artículos a ser publicados, y solo ahí se podía publicar”.

Por aquellos años había salido un decreto de Morínigo por el cual se disolvía el Partido Liberal, recuerda Flecha, por traición a la patria. En este contexto, estos intelectuales decidieron fundar el PEN, para luchar por la libertad, y se mantuvo así estos 80 años.

Explica Víctor Jacinto-Flecha que la guerra civil de 1947 dispersó a toda la intelectualidad, todos fueron al exilio: Óscar Ferreiro, Augusto Roa Bastos, Elvio Romero, Hérib Campos Cervera. La única que quedo aquí, en su casa, casi escondida fue Josefina Plá, rememora.

“Me contó Ariel Plá, el hijo de Josefina, que era chiquito cuando la policía invadió la casa y sacó todas sus obras de arte y tiró los papeles que quedaron dispersos por el patio. Eran los originales de Josefina… Terrible era, y dice que Josefina sentó a su hijo en el regazo y estuvo observando”, relata. Después de eso la escritora fue expulsada del país, “le mandaron a Clorinda, pero Josefina volvió y se quedó”.

DICTADURA DE STROESSNER

Después del exilio se refundó el PEN. Recuerda el intelectual que se reunían en el Bar San Roque, “hasta ahora lo hacemos. Nos reuníamos como una cena, incluso se fundó el PEN con el pretexto de una cena de escritores, pero siempre fue medio clandestino. Fue una lucha tenaz”.

En aquellos años los escritores, poetas, los intelectuales no tenían posibilidad alguna de publicar sus obras. “Nosotros pudimos sacar publicaciones y revistas ya a finales de la dictadura, porque antes era imposible. Porque además toda expresión cultural era muy difícil, publicar un libro era una hazaña”.

Flecha explica que los primeros libros se publicaron en Buenos Aires. Hérib Campos Cervera publicó su primer y único libro en vida en el 53, Ceniza redimida, poco antes de morir, y Josefina Plá “publicó en el treinta y tantos un libro de poemas, y después allá por el 46 publicó una obra de teatro, y es todo lo que había publicado. Sin embargo, hace unos años se publicaron sus Cuentos completos, y ahí vemos que escribió todo el tiempo sin tener donde publicar. En los 40 ella era de avanzada, pero prefirió vivir acá”.

Señala por otra parte el escritor y crítico que anteriormente eran muy raras las presentaciones de libro, que eso es muy reciente considerando que no existían editoriales, “cada autor tenía que llevar a la imprenta y pagar todo; no había correctores, no había una industria, y eso dificultó enormemente la emergencia de nuevos escritores. Pero a pesar de todo fueron emergiendo, sobre todo poetas”.

Históricamente la poesía fue la reina de la literatura, pero en los últimos años la poesía dejó de ser la reina y pasó a ser la narrativa, sostiene Víctor Jacinto, se publican más novelas, se publican cuentos, “la gente escribe más narrativa, y además algunos son muy buenos, son como para ser presentados, pero acá en primer lugar el Estado no tiene conciencia de la cultura, no hay una políticas culturales”.

El escritor dice haber tenido la suerte de conocer a toda la generación del 40. “En los años 60 yo era jovencito y fui a Buenos Aires y le conocí a Elvio Romero, a Augusto, y quedamos amigos para toda la vida; yo lo quería mucho a Roa, fue un hombre excepcional, leía todo el día, siempre estaba leyendo algún libro. Otras personas de esa generación eran Josefina Plá, Óscar Ferreiro, Ana Iris Chávez, era gente con una formación intelectual que hoy raramente encontrás, gente con esa capacidad, con ese conocimiento intelectual”.

Menciona que en el país no había librerías, tal como las conocemos hoy, que en esa época escaseaban los libros y hubo una sola librería durante mucho tiempo, que estaba en la calle Palma, y que importaba libros del exterior. Y precisamente por esto, el PEN tuvo un rol tan importante.

“Fue una época muy difícil y creo que el PEN jugó un papel importante en la congregación, porque es muy posible que en ese momento era un espacio de encuentro de intelectuales amigos, pero era la única forma de encontrarse y que tenía de alguna forma aun cuando hablaban en metáfora, de hacer alguna cuestión inclusive política de hablar con mayor libertad”.

Relata que el PEN siempre fue un club casi secreto. “Para ingresar al PEN tenías que se aprobado por todos los socios, confianza absoluta. No era un club clandestino, pero su misión era una misión peligrosa para los Estados: la defensa de los derechos humanos, el derecho de la libertad de expresión, y hasta este momento si hay un intelectual en el mundo que tiene algún problema legal con el Estado el PEN hace una campaña extraordinaria”.

80 años después, todavía se reúnen. “Aquí en Paraguay nos reunimos todos los lunes, a veces somos 20, a veces 5, nos reunimos, a veces hablamos de cualquier cosa, pero estamos juntos…”, finaliza Víctor Jacinto-Flecha.

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