Paso Itá, Horqueta, Departamento de Concepción tuvo un domingo de fiesta a lo grande.
Con la sabiduría en la mirada y una sonrisa intacta, don Pablo recuerda los años en que, con azada y coraje, se dedicó al oficio de pocero.
“Este trabajo me dio todo”, afirma el cumpleañero. Y no exagera: Fue con ese oficio que crió a sus 10 hijos, perforando cientos de pozos que hoy siguen abasteciendo a familias en todo el departamento e incluso en Asunción.
Una de sus hazañas más recordadas es la perforación de un pozo de 22 metros de profundidad hecho completamente a mano. Sin máquinas, sin atajos. Solo fuerza, constancia y fe.
Hoy, a sus 100 años, don Pablo sigue lúcido, con buen ánimo y agradecido.
“Estoy feliz de estar con mis seres queridos, y de tener aún mi salud, mis sentidos, y la alegría de vivir”, compartió emocionado.
En noticias positivas: Cerebros paraguayos hallan clave para monitorear tratamiento de tuberculosis
El patio de su casa se convirtió en un verdadero altar de gratitud y memorias.
Hubo comida casera, abrazos sinceros y muchas fotos para congelar el momento.
Sobre todo, hubo algo que no se puede ver, pero sí sentir: El profundo respeto de una comunidad hacia un hombre que cavó mucho más que pozos, cavó vínculos, raíces y futuro.