El atentado tuvo lugar el pasado 9 de agosto y a manos de desconocidos, quienes portando armas de grueso calibre llegaron hasta dicha comunidad a bordo de una camioneta. Del vehículo en cuestión descendieron cuatro personas fuertemente armadas e ingresaron al predio de los indígenas.
Automáticamente comenzaron a disparar a quemarropa sobre las familias nativas, compuestas en su mayoría por niños, niñas y mujeres. Este hecho desató el pánico entre quienes se encontraban en ese lugar y momento indicados, por lo que huyeron desesperadamente buscando refugio en la espesura del bosque.
Para variar, este despiadado ataque no acabó ahí. Antes de abordar nuevamente el rodado, el grupo armado volvió a descargar los proyectiles; esta vez contra el transformador eléctrico del lugar. Esto hizo que toda la zona quedase a oscuras por completo.
De acuerdo con la Pastoral Indígena, este tipo de atropellos se están volviendo repetitivos, a la luz de que existe un conflicto de larga data por la posesión de las tierras. Una serie de ataques violentos se sucedieron, al parecer, por parte de marginales contratados. La intención de fondo es la de expulsar a los nativos de su territorio ancestral, por lo que de manera constante recurren a estas formas de amedrentamientos.
Desde la Pastoral señalaron que hace poco se produjo un atentado similar en una comunidad nativa del Amambay. “Este tipo de hechos parecían superados, pero, sin embargo, las agresiones, amenazas y atropellos siguen sucediendo en las comunidades de los pueblos indígenas”, indicaron.