30 abr. 2024

Déficit en infraestructura afecta calidad de vida de la población

Las intensas lluvias, tormentas y temporales dejan al descubierto, en algunos casos, la deficiencia, y en otros más numerosos, la absoluta carencia de infraestructura urbana en las ciudades de nuestro país. Los eventos climáticos son ciertamente imprevisibles, causan daños y ponen en serio peligro a las personas. Queda expuesta de esta manera la improvisación y falta de compromiso de las administraciones municipales, incapaces de invertir los recursos en mejorar la calidad de las obras. Es inaceptable que una lluvia interrumpa la vida en las ciudades.

Ante el anuncio de la ocurrencia de tormentas y temporales, y frente al conocimiento de que la infraestructura es deficiente, los municipios de la capital y el área metropolitana solamente enfatizan en ciertos mensajes a la población respecto a las zonas que deben evitar los peligrosos raudales.

Las intensas lluvias forman impresionantes raudales que anegan calles y avenidas en Asunción, su área metropolitana y en todo el Departamento Central. En estas situaciones, el tránsito se vuelve absolutamente caótico, las aguas de los raudales circulan impetuosas llevándose con ellas personas, vehículos, la escuálida capa asfáltica o los vetustos empedrados. Los estragos suelen alcanzar las viviendas particulares cuando el agua ingresa e inunda casas y en algunos casos también ceden muros de contención y arrastran las casas.

Circular, ya sea a pie o en vehículo, en días de temporales es un verdadero riesgo; por eso, quien desconoce los puntos críticos se expone a peligros. Algunas de estas situaciones las hemos visto en días recientes: barrios enteros bajo agua, personas esperando el transporte público en las veredas siendo salpicadas por los automovilistas, automóviles arrastrados por furiosos raudales, así como también el panorama de zonas exclusivas, consideradas ejemplos del desarrollo urbano para las autoridades, quedan cubiertas por la pestilencia y el raudal.

Posteriormente, una vez superado el temporal le queda al ciudadano la visión casi apocalíptica de las montañas de basura en la calle y los cráteres en calles y avenidas; solo queda la visión de pozos, baches y veredas rotas y sucias. Entonces, vuelve a ganar la inercia: los intendentes aplican arreglos cosméticos a las calles, que duran hasta el siguiente evento climático, y los ciudadanos ni preguntan ni presionan respecto al uso que se les da a sus impuestos.

El caso de la capital probablemente sea el más triste y escandaloso. Con un nivel mínimo de desagüe pluvial, Asunción sin planificación taponó sus arroyos y estos desbordan con cada lluvia copiosa y nadie pone remedio a los raudales. Ante los reclamos solo desempolvan la excusa de que la inversión que se debe hacer es muy elevada. Llamativamente, los asuncenos pagan una tasa por desagüe pluvial aunque carezcan de dicha infraestructura; entre los años 2018 y 2020, la Municipalidad de Asunción recaudó más de G. 10.290 millones en concepto de tasa especial para la construcción de desagüe pluvial, el cual es inexistente.

La respuesta parece muy simple: necesitamos planes, obras bien planificadas, poner en orden la casa e invertir en infraestructura urbana que apunte a contribuir en la calidad de vida de los ciudadanos. Lamentablemente, ante las quejas y reclamos de la gente, las autoridades solo presentan excusas, culpando a anteriores administraciones y a la falta de recursos para encarar las obras de infraestructura necesarias.

La realidad del caos en cada evento climático que debe soportar impotente la población solo se suma a su padecimiento cotidiano por otros deficientes servicios públicos, como el transporte público, probablemente uno de los peores de la región.

No caben dudas de que la situación que vivimos por las tormentas y lluvias se deben a la ineficiencia, y son consecuencia de autoridades improvisadas que carecen de proyectos y planes para mejorar la calidad de vida de las personas que los votan, pero también se debe en gran medida a los elevados niveles de impunidad ante los repetidos casos de manejo poco transparente de los recursos públicos. Las autoridades tienen la obligación de organizar la vida en la ciudad para que la población pueda vivir en un ambiente seguro y con bienestar.

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